Criterio del 7mo Arte... Blade Runner 2049 Por Adán Salgado Andrade

Written by Super User. Posted in Cine

Blade Runner 2049

El ser humano se conduce entre constantes dilemas. Por un lado, su soberbia le ha llevado a pensar que puede dominar a las fuerzas de la Naturaleza, sobrepasar al planeta. Lo vemos, por ejemplo, con el ritmo tan brutal de depredación que hemos ocasionado a todos los ecosistemas y que, aun así, se piensa que existe control, que la situación es manejable, que ya habrá “soluciones” que resuelvan los graves problemas de contaminación a los que hemos llegado, de deforestación o de polución marina. Peor todavía, muchos hay que niegan que las modificaciones climáticas que experimentamos sean producto del hombre y en su hipócrita “humildad”, lo atribuyen al planeta. Sin embargo, la realidad es que, soberbia o hipócrita “humildad”, año con año se agudizan las consecuencias provocadas por el caos climático ocasionado. Como muestra, Estados Unidos, el más soberbio de todos los países, este año fue azotado por huracanes y tormentas que arrasaron zonas de Texas, Florida, Puerto Rico y Luisiana, a niveles verdaderamente catastróficos y “atípicos”. Ah, pero los negacionistas, como Donald Trump, se entercan en afirmar que el hombre no ha ocasionado daño alguno. ¿Necesitarán tipos así que un súper huracán les destruya sus residencias y los mande al diablo junto con ellas?

Un segundo dilema del hombre es su deseo por sobrepasarse a sí mismo. Desde hace siglos, la idea de construir máquinas que superen las habilidades humanas, es una constante. Lo que Marx denomina los instrumentos de trabajo, han ido incorporando el know-how del hombre para aplicarlo en la producción industrial, y también para superarlo con creces, no sólo en cantidad, sino en calidad. Igualmente, esa carrera contra sí mismo, ha llevado a aquél a intentar crearse, a diseñar artilugios que sean como él o lo más parecidos posible. Ha propuesto vocablos con los cuales referirse a tales mecanismos. Y ahora hablamos de robots, autómatas, ciborgs, terminators… la lista es amplia, sobre todo porque también la cinematografía de ciencia-ficción ha contribuido a enriquecerla.

Claro que para que tales imitaciones de la raza humana puedan comportarse justo como ella, deben, en todo momento, pensar, razonar sus funciones. Y eso nos remite a lo que se ha dado en llamar inteligencia artificial, el, aun, rudimentario intento por lograr que un robot piense por sí mismo. Y, claro, esto se ha podido hasta cierto nivel. Actualmente hay decenas de máquinas-robots controladas por softwares que les proporcionan indicios de pensamiento autónomo. Son capaces, por ejemplo, de ganar una partida de ajedrez o cuidar a un recién nacido. Pero nada aún como el inolvidable, maléfico robot de la cinta Metrópolis, de Fritz Lang (1927), que hasta forma humana toma, y que los malvados empresarios usan para violentar a los obreros y reventar su huelga. Mucho menos, como los ciborgs asesinos de las cintas Terminator I (1984) y Terminator II (1991), de James Cameron, robots entrenados para matar a quien se les ponga enfrente. No, la inteligencia artificial de uso cotidiano, aún está en pañales por suerte.

Sin embargo, como ya comenté, la cinematografía mundial ha sido prolífica en plantear situaciones en donde la inteligencia artificial está ya tan adelantada, que, más bien, parecería innata. Lo planteó, por ejemplo, Steven Spielberg en su cinta Artificial Intelligence (2001), en donde los robots son capaces de comportarse como hijos o lo que se desee. I Robot (2004), de Alex Proyas, también propone avanzados robots que son capaces de desempeñar puestos administrativos. Y, por supuesto, la clásica Blade Runner (1982), de Ridley Scott, en donde los autómatas son tan avanzados, que son indistinguibles de los seres humanos. Y en tal cinta se acuña otro término para referirse a esos avanzadísimos ciborgs, el de replicantes, justo porque parecen réplicas exactas de seres humanos. En dicha cinta, ubicada en un distópico Los Ángeles del 2019 (bueno, a estas cronológicas alturas, 2017, veo difícil que se logren los adelantos tecnológicos planteados en esa cinta), el oficial Rick Deckard (Harrison Ford) es comisionado para buscar y destruir a rebeldes replicantes que buscan vivir más allá de su vida útil, culpa de la Corporación Tyrell, que los hizo, no sólo muy bien, sino que son capaces de, digamos, curarse y extender su duración. Justo por esa perfección es que Deckard se enamora de Raquel, una bellísima replicante, a quien decide no matar-destruir y, mejor, robársela y perderse para siempre con ella.

Así, con ese final, no se preveía que Blade Runner, considerado ya un filme de culto, pudiera plantear una secuela, sobre todo una exitosa secuela. Para afortunada sorpresa, a 35 años de aquélla, el director francocanadiense Denis Villeneuve, asesorado y apoyado por el propio Ridley Scott, basado en un excelente guion, dirigió Blade Runner 2049. En esta historia, ubicada de nuevo en Los Ángeles, en el año 2049, se sigue planteando la persecución y aniquilación de los replicantes que aún deben de andar escondiéndose por allí. Y justamente quien persigue a tales replicantes es otro replicante, el oficial K (Ryan Gosling), programado para no sentir compasión, ni que genere particulares sentimientos hacia aquéllos “delincuentes cibernéticos” que persigue. “¡No puedes ver un milagro!”, le espeta un replicante a quien K tiene encomendado matar, reprochándole su estrecha visión de las cosas.

En la cinta se mezcla, además del futurismo de esos avanzadísimos replicantes, mejores que los humanos, las consecuencias que acompañarán a una “civilización” que ha hecho mucho énfasis en la tecnología, a costa de seguir depredando al planeta. Eso se ve en el único árbol que queda en un desolado desierto cubierto de eterno humo-niebla. Pero, por desgracia, ya está muerto. Una replicante buena, en una escena, en la que K está viendo una vieja postal, le pregunta qué es eso junto al cual una mujer carga a un bebé, y el oficial le responde que “es un árbol”. “Oh, no sabía qué era un árbol, es maravilloso”, dice la chica.

Lo que nos llevaría a plantear la situación de qué caso tendrá vivir en un mundo en donde convivamos con indistinguibles réplicas de seres humanos si ya no tendremos, ni siquiera, réplicas de plantas. ¡Vaya mundo tan decadente!

Blade Runner 2049 se exhibe en Cineteca y salas comerciales.  

Por Adán Salgado Andrade

 

 

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