Criterio del 7mo Arte... Good Time Por Adán Salgado Andrade

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Good Time: Viviendo Al Límite

 Por Adán Salgado Andrade

Estados Unidos (EU), el centro del capitalismo mundial, ha vivido defendiendo a este contradictorio y crónicamente decadente sistema económico desde, prácticamente, su nacimiento como nación, negándose a ver los perniciosos efectos que ha traído consigo tan acérrima defensa. Una de ellas es que la creación de empleos en ese país (y en todo el planeta, claro), ha tendido a disminuir más y más con el tiempo, en relación con el crecimiento poblacional, no ha ido a la par de la demanda laboral. Esa circunstancia, además, ha ido tirando mitos, tales como el de que estudiar una carrera, maestría o doctorado, son la “solución” inmediata para conseguir rápidamente empleo. Ha habido movimientos en EU, tales como Occupy Wall Street, una protesta efectuada por egresados de universidades que, no obstante haberse endeudado con al menos 200 mil dólares durante cuatro años, por obtener un título universitario, se gradúan y no consiguen trabajo en absoluto o, cuando es así, no tiene nada que ver con lo que estudiaron, contentándose con emplearse en una tienda de Walmart o una franquicia de comida rápida, si bien les va. Eso mismo sucede en México, en donde es mayor el desempleo entre gente con mayor preparación que entre aquellos con preparatoria como nivel máximo de estudios.

Esa muy creciente tendencia del desempleo tiene como base la así llamada “revolución tecnológica”, es decir, el empecinamiento capitalista de producir más mercancías, con menos obreros. Y eso ha sido no sólo en la actual época, sino que, por ejemplo, cuando se dio el crack financiero de 1929, se citaba como principal causa el que los empresarios hubieran incorporado tantos adelantos tecnológicos, que con una máquina, operada con sólo doce obreros, pongamos, se sustituía el trabajo de 500 trabajadores y así. A lo cual, los dueños de tales empresas lo único que objetaban era que “no es nuestra culpa que seamos tan sagaces para haber aumentado la productividad de nuestras fábricas y que, la consecuencia, sean tantos millones de desempleados. Eso es algo que le corresponde resolver a otras personas o instituciones, no a nosotros”.

Y así ha sido, ese cinismo tecnológico, que presume de tantos logros, pero que no advierte los peligros que va a desencadenar el hecho de que robots o software sustituyan actualmente el trabajo de millones de personas y que continúe así la tendencia. Evidentemente, esa consecuencia se traduce de inmediato en un inconmensurable incremento de la pobreza a nivel mundial, en donde hablamos de que 2000 millones de personas deben de sobrevivir con un dólar o menos al día… y, eso, en caso de que realmente lo tengan. Del otro lado, está la opulencia, la que viven a diario el selecto grupo de personajes que figuran en las listas anuales de la revista Forbes, quienes forman el 1% de la población mundial y que se dan lujos tan obscenos, como adquirir costosas obras de arte de cientos de millones de dólares, lujosos yates, costosos jets, impresionantes mansiones… y cosas así, que profundizan más la brutal polarización social a la que el capitalismo salvaje nos ha conducido.

Como decía antes, el aumento de la pobreza es el indicador del creciente desempleo o del empleo precario, aquel que sólo permite sobrevivir. Y tal pobreza conlleva sus propias consecuencias, como una acelerada pérdida de valores humanos que está generando una igualmente acelerada descomposición social, pues se crea el ambiente de “todos contra todos”, tratando de sobrevivir a como sea. Aumentan los crímenes, los delincuentes amateur, los timos o robos, incluso a familiares o amigos… y la única “lealtad” es hacia sí mismo, el individualismo-egoísmo es el imperante.

Esa situación la podemos ver en cintas estadounidenses independientes, como la recién estrenada Good Time: Viviendo Al Límite, trabajo de los hermanos Joshua Safdie and Ben Safdie, jóvenes cineastas que prácticamente debutaron cinematográficamente con dicha cinta. En esta, se desarrolla la historia de dos hermanos, Constantine (un estupendo Robert Pattinson) y Nick (Ben Safdie, justo uno de los directores), en la cual Constantine casi obliga a Nick, quien padece retraso mental, a cometer un robo bancario. Desde ese robo vemos la acidez de los hermanos Safdie, pues Constantine y Nick, ambos caucásicos, portan máscaras que los hacen ver como negros, ya que en EU es muy fácil achacar todo tipo de crímenes a los afroestadounidenses, quienes rebosan las cárceles de ese país, aun cuando sean inocentes, tan sólo por su color de piel (el llamado racial profiling). Justamente por los problemas mentales de Nick, es que la policía lo atrapa a él, en tanto que Constantine logra escapar.

A partir de allí, la cinta muestra la serie de errores cometidos por Constantine, buscando liberar a su hermano, desde tratar de estafar a su “novia”, hasta haber “rescatado” a otra persona, por “error” del hospital, creyendo que se trataría de Nick.

Más allá de eso, la cinta muestra el lado obscuro de EU, aspectos de las condiciones de vida de los 40 millones de estadounidenses pobres, quienes deben de arreglárselas para sobrevivir en una sociedad cada vez más individualista, materialista y egoísta.

 

Good Time: Viviendo Al Límite se exhibe en Cineteca Nacional y salas comerciales.Good Time: Viviendo Al Límite

 

Estados Unidos (EU), el centro del capitalismo mundial, ha vivido defendiendo a este contradictorio y crónicamente decadente sistema económico desde, prácticamente, su nacimiento como nación, negándose a ver los perniciosos efectos que ha traído consigo tan acérrima defensa. Una de ellas es que la creación de empleos en ese país (y en todo el planeta, claro), ha tendido a disminuir más y más con el tiempo, en relación con el crecimiento poblacional, no ha ido a la par de la demanda laboral. Esa circunstancia, además, ha ido tirando mitos, tales como el de que estudiar una carrera, maestría o doctorado, son la “solución” inmediata para conseguir rápidamente empleo. Ha habido movimientos en EU, tales como Occupy Wall Street, una protesta efectuada por egresados de universidades que, no obstante haberse endeudado con al menos 200 mil dólares durante cuatro años, por obtener un título universitario, se gradúan y no consiguen trabajo en absoluto o, cuando es así, no tiene nada que ver con lo que estudiaron, contentándose con emplearse en una tienda de Walmart o una franquicia de comida rápida, si bien les va. Eso mismo sucede en México, en donde es mayor el desempleo entre gente con mayor preparación que entre aquellos con preparatoria como nivel máximo de estudios.

Esa muy creciente tendencia del desempleo tiene como base la así llamada “revolución tecnológica”, es decir, el empecinamiento capitalista de producir más mercancías, con menos obreros. Y eso ha sido no sólo en la actual época, sino que, por ejemplo, cuando se dio el crack financiero de 1929, se citaba como principal causa el que los empresarios hubieran incorporado tantos adelantos tecnológicos, que con una máquina, operada con sólo doce obreros, pongamos, se sustituía el trabajo de 500 trabajadores y así. A lo cual, los dueños de tales empresas lo único que objetaban era que “no es nuestra culpa que seamos tan sagaces para haber aumentado la productividad de nuestras fábricas y que, la consecuencia, sean tantos millones de desempleados. Eso es algo que le corresponde resolver a otras personas o instituciones, no a nosotros”.

Y así ha sido, ese cinismo tecnológico, que presume de tantos logros, pero que no advierte los peligros que va a desencadenar el hecho de que robots o software sustituyan actualmente el trabajo de millones de personas y que continúe así la tendencia. Evidentemente, esa consecuencia se traduce de inmediato en un inconmensurable incremento de la pobreza a nivel mundial, en donde hablamos de que 2000 millones de personas deben de sobrevivir con un dólar o menos al día… y, eso, en caso de que realmente lo tengan. Del otro lado, está la opulencia, la que viven a diario el selecto grupo de personajes que figuran en las listas anuales de la revista Forbes, quienes forman el 1% de la población mundial y que se dan lujos tan obscenos, como adquirir costosas obras de arte de cientos de millones de dólares, lujosos yates, costosos jets, impresionantes mansiones… y cosas así, que profundizan más la brutal polarización social a la que el capitalismo salvaje nos ha conducido.

Como decía antes, el aumento de la pobreza es el indicador del creciente desempleo o del empleo precario, aquel que sólo permite sobrevivir. Y tal pobreza conlleva sus propias consecuencias, como una acelerada pérdida de valores humanos que está generando una igualmente acelerada descomposición social, pues se crea el ambiente de “todos contra todos”, tratando de sobrevivir a como sea. Aumentan los crímenes, los delincuentes amateur, los timos o robos, incluso a familiares o amigos… y la única “lealtad” es hacia sí mismo, el individualismo-egoísmo es el imperante.

Esa situación la podemos ver en cintas estadounidenses independientes, como la recién estrenada Good Time: Viviendo Al Límite, trabajo de los hermanos Joshua Safdie and Ben Safdie, jóvenes cineastas que prácticamente debutaron cinematográficamente con dicha cinta. En esta, se desarrolla la historia de dos hermanos, Constantine (un estupendo Robert Pattinson) y Nick (Ben Safdie, justo uno de los directores), en la cual Constantine casi obliga a Nick, quien padece retraso mental, a cometer un robo bancario. Desde ese robo vemos la acidez de los hermanos Safdie, pues Constantine y Nick, ambos caucásicos, portan máscaras que los hacen ver como negros, ya que en EU es muy fácil achacar todo tipo de crímenes a los afroestadounidenses, quienes rebosan las cárceles de ese país, aun cuando sean inocentes, tan sólo por su color de piel (el llamado racial profiling). Justamente por los problemas mentales de Nick, es que la policía lo atrapa a él, en tanto que Constantine logra escapar.

A partir de allí, la cinta muestra la serie de errores cometidos por Constantine, buscando liberar a su hermano, desde tratar de estafar a su “novia”, hasta haber “rescatado” a otra persona, por “error” del hospital, creyendo que se trataría de Nick.

Más allá de eso, la cinta muestra el lado obscuro de EU, aspectos de las condiciones de vida de los 40 millones de estadounidenses pobres, quienes deben de arreglárselas para sobrevivir en una sociedad cada vez más individualista, materialista y egoísta.

Good Time: Viviendo Al Límite se exhibe en Cineteca Nacional y salas comerciales.

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