Criterio del 7mo Arte... ¡Salve, César! Por Adán Salgado Andrade

 

¡Salve, César!

Por el título de la nueva cinta de los talentosos y polémicos hermanos Coen, “Salve César”, podríamos pensar que se tratara de una cinta épica, aquélla en donde se refiriera una historia de romanos, muy al estilo de “Gladiador” o incluso de la menos conocida Calígula (quizá porque esta cinta, además de abordar aspectos de la vida del emperador más banal y promiscuo que la historia de la Roma imperial refiere, fue aprovechada, muy sutilmente, para realizar una película del género llamado softporn, muy recurrente en los años 1970’s, cuando cintas como Deep Throat, eran tan exitosas, justamente por la muy descriptiva pornografía que se mostraba). Pero no, la cinta de los Cohen, no es una cinta épica, basada en la vida de un emperador romano, sino una muy irónica y sarcástica reflexión del clima de intolerancia política que reinaba en Estados Unidos (EU) durante la posguerra, cuando se estableció una rivalidad entre éste país y la entonces URSS. La breve asociación que se dio entre ésta y los países aliados (EU, Inglaterra y Francia), terminó casi abruptamente, sobre todo cuando la URSS, cuatro años después de que EU desarrollara la bomba de hidrógeno y atacara con ella a Japón en 1945, también entró a la carrera armamentista nuclear.

De allí, la confrontación entre el capitalismo, representado por Occidente, al que se llamó primer mundo, encabezado por EU, y el mal llamado comunismo, representado por los países del segundo mundo, encabezados por la URSS, fue una constante. Así, tal enfrentamiento fue no sólo de ideologías, capitalismo versus comunismo, sino que también se sustentó en una absurda superioridad armamentista nuclear, cuyo único resultado fue que actualmente veinte mil mortíferos artefactos nucleares esperan pacientemente ser detonados, para acabar con el planeta en horas, el colapso económico de la URSS… y la desaparición de un muy socorrido enemigo cinematográfico.

¡Salve, César! refiere el enfrentamiento ideológico entre los comunistas y el establishment ubicándolo en la industria cinematográfica de principios de los 1950’s. En este caso, el título de la obra toma sentido pues un productor cinematográfico, Eddie Mannix (Josh Broslin), a la cabeza de Capitol Pictures, se encuentra produciendo la que considera la mayor cinta épica jamás filmada por los estudios que dirige tan eficazmente. La historia se centra precisamente en la Roma imperial, en la que el muy famoso actor Baird Whitlock (George Clooney) personifica a un emperador romano que poco a poco va reconociendo la influencia y fuerza del cristianismo. Sin embargo, a media filmación es secuestrado por un grupo de guionistas y escritores comunistas, quienes piden, entonces, un rescate de cien mil dólares a Mannix para devolverle a su súper actor.

Pero mientras Mannix resuelve los problemas de otras producciones y reúne el dinero, los Coen aprovechan para ironizar sobre las ideas que conducían la acción de los secuestradores, quienes en todo momento apelaban su derecho a quitar algo de las grandes ganancias que los explotadores estudios obtenían a partir de su trabajo intelectual.

Tanto influyen a Whitlock, que, una vez que es rescatado por Mannix, le advierte que no regresará al set pues es un explotado y que no permitirá que los capitalistas se enriquezcan a sus costillas, pero su revolucionaria, anticapitalista actitud es de inmediato aplastada por un fuerte regaño y sacudida de Mannix, quien le ordena regresar al estudio y terminar la cinta.

Esa parte es quizá la más emblemática de la película, pues es tanto una velada crítica al sistema de explotación capitalista, así como al mal llamado comunismo, el cual no esgrimía argumentos más contundentes que demostraran, en efecto, que existía tal explotación, y que se contentaba con repetir gastados dogmas, con los cuales la URSS pretendía internacionalizar la lucha de clases y triunfar por sobre el capitalismo.

Interesante y divertida cinta que, de nuevo, muestra la maestría del trabajo fílmico que los Coen han desarrollado a los largo de los años.

¡Salve, César!, se exhibe en la Cineteca Nacional y salas comerciales.       

Por Adán Salgado Andrade         

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