BRINCOLÍN... Cuento por Adán Salgado

Ilustración: Viridiana Pichardo Jiménez

 

BRINCOLÍN

(inspirado en trágicos hechos reales)

Por Adán Salgado Andrade

 

Ava-May Littleboy brincaba, muy contenta y entusiasmada, sobre el brincolín, pues estaba tan bien inflado, que no le era difícil dar altos saltos, a pesar de que sólo tenía tres años.

Ese parque inglés, en donde se encontraban su familia y ella, estaba junto a la playa.

Su amiga y vecina Rose, de nueve años, era la única otra persona que también brincaba en ese momento. Sus padres habían ido a los puestos de comida.

Era mejor así, pensaba Ava-May, que no hubiera tantos saltando,  pues tendrían el brincolín sólo para ellas dos, sin otros chicos, que hasta estorbaban para dar los saltos, cuando eran muchos o que hasta a propósito le pegaban, por estar tan pequeña, pensaba ella.

Se sentía tan libre saltando…

¡Como si fuera un pajarito!

Le gustaba mucho a Ava-May contemplar los pájaros. Las palomas, las “señoras gordas”, como las llamaba. O los colibríes, que parecían grandes moscos, por lo rápido que batían sus alas…

O las golondrinas, los loros, los búhos… a éstos, sólo los había visto en la televisión o una vez que la llevaron al zoológico, en donde también pudo ver un águila, un cóndor, un avestruz…

Sobre el avestruz, le pareció muy “chistoso” que no pudiera volar. “Pero corre muy rápido”, le dijo Nathan, su papá, ese día, frente al espacio en donde estaba la corredora ave…

Desde entonces, Ava-May les dijo a sus papás que quería ser “pajarera” cuando fuera grande. “Pero es una carrera que no existe, hija, bueno, no así. Creo que antes tienes que estudiar biología y se les llama ornitólogos”, le comentó Chloe, su madre. “Bueno, pues seré bióloga y luego or… orni… bueno, eso”, replicó, muy firme y convencida

Nathan y Chloe estaban encantados con su pequeña hija, que a pesar de su corta edad, ya hablaba bastante bien, además de que pensaba con mucha madurez. “Parece una niña de quince por lo que te pregunta y piensa y habla”, les decía Chloe, con mucho orgullo, a familiares y amigos.

Justamente, la contemplaban, sentados Chloe y Nathan en una banca, a unos metros del brincolín, el que tenía una forma cúbica, con cuatro columnas en las esquinas que sostenían el techo de la atracción inflable. Las niñas saltaban en la parte que era para eso, en medio de las columnas.

Rose pensaba lo mismo de Ava-May y por eso eran amigas, porque, a pesar de la corta edad de Ava-May, podían platicar de muchas cosas, hasta de “sus novios” porque ambas tenían “novios”. Ava-May, a un niño de su edad, con quien se juntaba mucho en el kínder. “Sí, bueno, ya ve cómo son ahora los niños, que, según, ya tienen novios, tan pequeños”, decía Chloe a quien le preguntara por lo del “novio” de su hija. “Es que dicen que son novios, ya sabe, porque platican mucho y luego se comparten, que el helado, que el refresco… pero no, no los he visto que se den besos”, agregaba Chloe.

Aunque Ava-May, algo precoz para su edad, a veces le acercaba sus labios a Brandon, su “novio”, le daba un “beso” fugaz, y aquél, sólo reía. Pero eso se había cuidado de decírselo a Chloe o a su padre. Intuía, en el fondo, que todavía no estaba para dar besos…

A un lado, el dueño y operador del brincolín,  Curt Johnson, no estaba muy contento, pues las dos libras pagadas por las dos niñas por cinco minutos de saltos, no le parecían buen  negocio, con el nuevo brincolín, estrenado ese día. Lo había mandado a hacer en China, ordenándoles que no le pusieran válvulas de seguridad, las que aliviaban la presión, sobre todo, en días calurosos, como ese.

Había sido un considerable gasto, ¡mil libras!, así que lo que menos deseaba Curt era que hubiera poca gente y, lo principal, que se desinflara, pues era el defecto de los brincolines, consideraba, que constantemente se desinflaban, así que la compresora que los inflaba, estaba en constante funcionamiento y eran más gastos y menos ganancia.

“Pero ya sin válvulas, debe de funcionar mejor”, pensó.

Y, en efecto, ya llevaba más de dos horas y aparentemente seguía bien inflado,  al máximo…

Cuatro días antes, el inspector que siempre revisaba su equipo, que ya hasta se había hecho su amigo, cuando vio el nuevo brincolín, al principio, se encantó con el diseño que había elegido Curt. “¡Vaya, hombre, muy bonito y colorido!”, exclamó, aunque, cuando lo inspeccionó con más detenimiento, le dijo “¡pero faltan las válvulas, Curt!”. “Sí, Joe, lo sé, pero así ya no se desinflará tanto, y ganaré un poco más. Ya ves lo mal que está la economía de Inglaterra”, le dijo Curt, mientras le daba un billete de veinte libras. “Bueno, supongo que eso puede pasar la inspección, amigo”, dijo Joe, el inspector, guiñándole el ojo. “¡Gracias, Joe, gracias, sabía que lo entenderías!”, exclamó Curt, muy agradecido y entusiasmado. Y agregó que era algo que él le había sugerido a la empresa china que se lo fabricó. “Ya ves que como esos tipos todo copian, a lo mejor hasta lo van a hacer con otros brincolines”, lo que hizo reír a ambos…

 

Eso recordaba Curt en ese momento.

El brincolín, seguía bien inflado, como debía de ser…

Rose y Ava-May brincaban de lo lindo…

Nathan y Chloe miraban a las chicas, muy sonrientes, felices de haber concebido a una niña tan inteligente, risueña, linda… como Ava-May…

Y Curt observaba, malhumorado, que ningún otro niño se acercaba, para cuando las niñas terminaran su tiempo, se subiera y probara lo bien que había quedado el brincolín…

¡En ese justo momento, se escuchó un fuerte estallido, que retumbó por todo el parque, haciendo que todos voltearan hacia la fuente del grave suceso, el brincolín!...

¡Y lo que vieron, fue dramático y terrible!...

¡Ava-May fue aventada a más de doce metros de altura, debido al estallido del brincolín, cayendo en seguida!

-¡Aayyyyy!... – gritó Chloe, mientras, muy alarmada y asustada, corría hacia donde la pequeña había caído

-¡Ava… hija, hijita!... – gritó al mismo tiempo Nathan, latiéndole el corazón con fuerza, quien también corrió al lugar en donde la niña había caído, quedando inmóvil…

Rose había caído a un lado del brincolín, ilesa, pues no estaba tan al centro, como Ava-May, que por lo pequeña, había sido lanzada muy alto,  por la presión del estallido…

Curt, devastado, miró por unos segundos la brutal escena…

Eso le iba a costar mucho dinero… ¡quizá hasta la cárcel!…

Por lo de no haberle colocado válvulas de alivio al inflable…

Y corrió, como todo mundo, al sitio en donde Ava-May había caído…

 

 

 

 

II

 

La majestuosa águila, sobrevolaba el parque, enfocando su atención en donde Ava-May yacía, siendo atendida de emergencia por paramédicos…

“Bueno, después de todo, no me hice pajarera, pero , una hermosa águila”, pensó Ava-May, reencarnada en esa majestuosa ave…

Y emprendió el vuelo en su nueva vida…

 

FIN

 

Tenochtitlan, noviembre 13, 2023

 

 

 

 

 

 

 

 

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