Radiación. Cuento por Adán Salgado

Ilustración: Viridiana Pichardo Jiménez

 

RADIACIÓN

Por: Adán Salgado Andrade 

El conflicto termonuclear, detonado por un error computacional, devastó a la mitad de Estados Unidos y a la mitad de Rusia, en las tres primeras horas…

Varios hackers, tanto estadounidenses, como rusos, pudieron detener los sistemas automáticos, que respondían a cada ataque, pero la destrucción, estaba hecha, con cien millones de muertos cada país…

Y la gran cantidad de humo radioactivo resultante, creció, hasta convertirse en una espesa neblina, que se fue esparciendo, por todo el planeta, lenta y letalmente, sin que nadie, ni nada, pudiera evitarlo…

México, por su cercanía con Estados Unidos, sería de los primeros países, en ser cubierto, por la mortal neblina…

La reacción, entre la gente, fue anárquica, desordenada, violenta…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

II

 

En la casa de Fernando, enterados de que la nube radioactiva se acercaba, se dispusieron, como en miles de hogares, a conseguir lámina de asbesto y ropa, a como se pudiera, además de provisiones, pues nadie, en absoluto, podría salir. Era peor que una pandemia…

Salió de su departamento de interés social, con su esposa y sus dos hijos, hombres, adolescentes, pero, ya, varios de sus vecinos, caminaban por el pasillo, presurosos de alcanzar las escaleras, antes que los demás…

Y, justo, al llegar a las escaleras, fue que comenzaron las discusiones, pues no permitían bajar ordenadamente:

-¡Ya, chingao… dejen bajar! – gritó Fernando, tratando de abrirse paso entre el nudo humano…

Por la dramática forma, en que la locutora de las noticias, había informado sobre la nube radioactiva y sus letales efectos, la alarma cundía más. Como también había “aconsejado” protegerse con materiales que tuvieran asbesto, además de proveerse de alimentos, todo mundo estaba siguiendo sus, de todos modos, inútiles consejos, pues los mortales efectos de tan brutal radiación, alcanzarían a la totalidad de los habitantes del planeta…

Todos los vecinos, tenían en mente, como Fernando y su familia, la tienda de autoservicio, de materiales, que estaba a una calle de donde vivían y el súper, que estaba a cinco cuadras, además de todas las tienditas, tortillerías, carnicerías, pollerías…

 

Cuando al fin, Fernando y su familia, se pudieron abrir paso, subieron a su auto, para dirigirse a la tienda de autoservicio, de materiales, en donde hallarían las láminas de asbesto que les había “recomendado” la locutora…

Pero tampoco pudieron llegar, pues el tráfico que se había hecho, a pesar de que era una zona “tranquila”, paró a todos los autos, se hizo un embotellamiento, en que nadie avanzaba, ni dejaba avanzar…

Muchos, como Fernando y su familia, mejor se bajaron y comenzaron a correr hasta la tienda…

Varios, ya estaban allí, apretujándose en la entrada, pues el almacén, estaba lleno…

Y estaba siendo saqueado, pues ya no se trataba de comprar, sino de saquear…

Lo peor, era que, no sólo láminas de asbesto, habían desaparecido ya, sino que muchas otras cosas, como muebles de baño, herramientas, focos, lámparas… que resultarían inútiles en una situación así, de tener la vida contada, estaban siendo hurtadas…

Y no sólo se saquearon adentro, sino que, afuera, entre la gente, se estaban robando, sobre todo, los que habían salido con las láminas…

Comenzaron a escucharse insultos, gritos…

Y, fueron seguidos de peleas, puñetazos…

Y se escucharon balazos…

Varios, comenzaron a caer muertos…

Ni una patrulla apareció, pues, en medio del caos, nada habrían podido hacer los policías, inútiles, incluso, en situaciones normales…

Fernando, peleaba con otro hombre, por una lámina, tal como hacían las demás personas…

El otro hombre, sacó una pistola, y disparó a la cara de Fernando, quien cayó, instantáneamente muerto…

En tan violenta, caótica situación, algunos, percibieron un banco de neblina, arrastrarse muy rápidamente hacia donde todos estaban…

Nadie pudo pronosticar, que tantas explosiones nucleares, habían ocasionado también fuertes vientos, los cuales, junto con los “normales”, habían lanzado muy rápidamente a los humos radiactivos al resto del planeta, que, a esa velocidad, 300 kilómetros por hora, muy pronto, alcanzaron a México, y seguían avanzando, velozmente, hacia el resto del continente…

La nube radioactiva, llegó y cubrió a gente, construcciones, comercios, autos, parques, casas, edificios, fábricas… como si fuera una espesa capa de neblina…

Todas las personas, sintieron su respiración pesada, picosa…

Y, los más sensibles, comenzaron a caer, envenenados por la extrema radiación…

Pronto, todos hubieron respirado esos mortíferos humos…

Los gritos y las peleas, cesaron…

Empezaron a caer, fulminados por la intensa radiación, de varios curios de intensidad, mortal para cualquier ser vivo…

La esposa de Fernando, y sus dos hijos adolescentes, hombres, murieron, llorando, junto a su cadáver, el cual, lucía un destrozado, sangrante rostro…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

II

 

Elon Musk, junto con su cuarta  esposa, Grimes, se había refugiado en el bunker antinuclear, de 5 millones de dólares, que había ordenado construir, dentro de su casa, especialmente, para un evento así…

Habían quedado fuera del área del país, que fue vaporizada, instantáneamente, por la acción directa de las ojivas, así que no habían muerto como los millones de paisanos que, ya eran, menos que polvo…

-No te preocupes, mi vida – le dijo a su esposa, quien, junto con su hija X Æ A-12,  de diez años, sollozaba copiosamente.

-No, Elon, esto no puede ser, esos malditos, accionaron las bombas…

-Sí, mi vida, pero aquí estaremos a salvo… además, tenemos provisiones para dos años…

-¿¡Crees que podremos aguantar tanto… y, luego, qué, qué será de nosotros, cuando se nos acabe la maldita  comida y tengamos que salir!?

-Ya pensaremos algo…

-¡Pensaremos algo, pensaremos algo… siempre sales con esa estupidez, así, como con tu pendejo plan, de habitar Marte… mejor te hubieras encargado de que se desarmaran esas malditas bombas!...

-¡No es estúpido… en veinte años, podríamos habitarlo!

-¡En veinte malditos años… era ahora, Elon, ahora, cuando debiste haberlo hecho realidad, para que huyéramos de este maldito planeta, y no seguir en este chingado infierno radiado! – gritó Grimes, desesperada, histérica, desilusionada de que, por unos cuantos mezquinos, el mundo hubiera terminado así…

A pesar de que el refugio era, supuestamente, muy seguro, al no probarlo debidamente – se hubiera requerido un conflicto nuclear, bromeaba Musk –, no tuvieron en consideración los ingenieros, la oleada de altísima temperatura, generada por tantos bombazos.

Cuando se detuvieron los lanzamientos, de las catorce mil ojivas restantes, de las quince mil que eran originalmente, gracias a la acción de heroicos hackers – aunque fue tardía su acción –, de todos modos, la onda expansiva, llena de radiación y temperaturas superiores a los trescientos grados centígrados, se esparció rápidamente, por el territorio estadounidense, que no había sido tocado aún por las ojivas…

Esa hirviente, radioactiva ola, alcanzó muy pronto el lujoso barrio de Bel Air, cercano a la ciudad de Los Ángeles, a la que, también, había arrasado…

Y, en segundos, lo invadió todo…

El bunker antinuclear de Elon Musk, comenzó a calentarse rapidísimo…

Y, dentro de él, Musk, su esposa y su hija, se cocieron, como si hubieran estado dentro una olla de presión…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

III

 

A sus 75 años, Mariana, todavía, estaba muy fuerte.

Vivía en esa parte tan agreste, de la parte seca, del estado de Hidalgo, y sólo el jagüey, que su fallecido esposo, había construido hacía años, era el que le surtía de agua a sus plantas y animales.

El agua que bebía, era del pozo, el que, cada vez, tenía menos líquido.

La casa más “cercana”, estaba a más de medio kilómetro, así que vivía muy aislada.

Entrada la tarde, se sentaba, junto a la puerta, para mirar cómo comían las gallinas, el maíz que les arrojaba.

Se entretenía, viendo cómo el gallo, picoteaba el maíz, así como hacían las otras siete gallinas y los polluelos de algunas.

-¡Ay, mis gallinitas… pos a ver cuánto les duro! – murmuraba la mujer.

Al contemplarlas, recordaba a Fulgencio, a quien “Dios se lo llevó”, tres años atrás.

Lo extrañaba mucho, más que a sus dos hijas y tres hijos, quienes, hacía mucho que se habían ido “p’al otro lado”, para, les dijeron, “que nos vaya mejor, pa’, ma’, que nos hágamos d’un güen trabajito, d’una casita, d’un carrito”…

“Pos nomás le pido a Dios, qu’estén bien, m’hijos”, reflexionaba siempre Mariana…

A lo lejos, vio cómo se estaba nublando…

Ni enterada estaba, de que una mortífera capa radioactiva, estaba por cubrir a todo el planeta…

No tenía tele, ni radio, ni nada que le permitiera saber algo de la “civilización” exterior…

Muy pronto, una lluvia, de las pocas que caían por allí, se soltó…

Justamente, cuando la neblina radioactiva, se iba acercando…

Por lo mismo, no llegó, ésta, con toda la intensidad, a la casa de Mariana, pero, sí, la que arribó, se le fue metiendo a sus pulmones, con cada respiración…

Mariana, se levantó y se metió a su humilde morada…

De repente, le comenzó a doler la cabeza, extraño, pues, en contadas ocasiones, le sucedía

“Ay, pos a ver si no me quiere agarrar la gripa”, pensó.

-Voy’acostarme, pa’ ver si se me quita – murmuró, pues, a falta de otras voces en su casa, al menos, se contentaba con escuchar la suya…

Caminó hacia la cama, que estaba en la habitación del fondo, de las dos únicas, de que constaba su humilde morada…

Se acostó, acomodándose la alta almohada – “me gustan altas las almohadas” –, se echó las tres cobijas que usaba, pues era tiempo de los “calosfríos”, cerró sus ojos y, poco a poco, sin darse cuenta, se fue muriendo…

Afuera, el gallo y las gallinas, fueron cayendo, abatidos, por la mortífera radiación…

 

FIN

 

Tenochtitlan, 8 de noviembre, de 2020

(De la colección: cuentos de una sentada

por pandemia)

 

 

Imprimir Correo electrónico

ArteMio Artes Visuales

ArteMio: difunde y promueve las artes visuales contemporáneas y actuales en México. Pintura, escultura, fotografía, graffiti, instalación, música, literatura... Tiene como objetivos la difusión del conocimiento, la práctica y la adquisición de la OBRA.