EL HIELERO... Cuento por Adán Salgado

 

 

Ilustración Viridiana Pichardo Jiménez

EL HIELERO

 POR ADÁN SALGADO  ANDRADE

Pedro jaló las riendas para detener al caballo que jalaba la carreta. Ésta, cargaba un contenedor de madera, en donde estaban los bloques de hielo que aquél repartía todos los días, en casas de los mejores varios de Nueva York, los que podían darse ese lujo. El letrero “Home Ice Company”, a los costados del contenedor, podía leerse.

Era agosto de 1892.

Hacía algunos meses que Pedro se había ido a trabajar allí, con tal de conseguirse un empleo “decente”, que no pagara tan mal. Había nacido y vivido en Texas, en Corpus Christi, con sus padres y hermanos. Su padre, un agricultor, tenía frecuentes problemas, pues, como descendientes de mexicanos que eran, lo discriminaban mucho y le pagaban las cosechas de trigo y maíz, por debajo de lo que pagaban a agricultores blancos.

“Me voy a Nueva York, pa”, le había dicho Pedro a Vicente, su padre, meses atrás. Su objetivo era hallar un empleo que le diera suficiente dinero para ayudarlos, a su madre Clementina y a sus cuatro hermanas y tres hermanos.

En algún momento, pensó en irse a México, al país de sus abuelos. A ellos, los “gringos” los habían convertido forzadamente en “American Citizens”, cuando arbitrariamente, Estados Unidos se había anexado a Texas, antes de que también, por la fuerza, siguiera robando más territorio de lo que fuera México. Esa parte de la historia, no se enseñaba en las escuelas estadounidenses, pero la habían aprendido los descendientes de mexicanos por tradición oral, como una especie de resistencia en contra de la forzada incorporación.

Algunos habían rematado sus tierras a lo que fuera y se fueron a México, pero los abuelos de Pedro decidieron quedarse, no estaban dispuestos a perder todo lo que tenían, sólo por la codicia de los “gringos”. Sin embargo, una de las consecuencias era la discriminación con que eran tratados, en todo. No tenían los mismos derechos que los americanos, sufriendo vejaciones de todo tipo, humillándolos en el trabajo, en las escuelas, en las transacciones comerciales…

Pero cuando unos “paisas” le dijeron lo de que Porfirio Díaz era un “cabrón” con los pobres, prefirió marchar a Nueva York, en donde, también le habían comentado, por ser una ciudad más cosmopolita, era más abierta. En efecto, cuando llegó, vio a muchos negros conducirse más libremente que los pocos que había en Corpus Christi, además de mexicanos, chinos, japoneses, italianos, españoles, argentinos… y de otras nacionalidades, que habían ido a buscar suerte en esa ciudad tan grande.

Sí, le admiraron sus altos edificios, sus barrios lujosos, los de clase media, sus calles recorridas por elegantes carruajes, jalados por cuidados corceles…

¡Pero también esos extraños carruajes sin caballos!

Los que sabían, le decían que eran de vapor, la mayoría de los que veía circulando, “pero también los hay de gasolina – ni idea de qué fuera eso, tenía Pedro – o eléctricos”, le decía John, el capataz de Home Ice Company, quien revisaba que cada repartidor de hielo, cumpliera con su diaria cuota, sobre todo, que los bloques de hielo llegaran lo más completos posibles a los hogares que los requerían.

“¿Eléctricos, como los focos?”, preguntaba Pedro, fascinado, pues cuando vio un foco eléctrico, por primera vez, justo allí en Nueva York, en la posada en donde se alojaba, por tres dólares a la semana, le pareció algo mágico, como si alguien hubiera colocado una vela dentro de esa especie de esfera alargada de vidrio, el foco, como le dijeron que se llamaba. “Sí, Pedrou, carruajes eléctricos, como los focos”, le respondió John a su pregunta de esa vez.

Y aunque al principio todos esos extraños carruajes sin caballos le maravillaron, con el tiempo, se fue acostumbrando. “A todo se acostumbra uno, menos a no comer”, se decía.

Cuando recién llegó, pudo hallar un trabajo en un muelle, cargando y descargando barcos, pero le pagaban apenas tres dólares por semana. Con los alojamientos tan caros, justo de tres dólares, no le quedaba nada, por lo que tenía que doblar turno, para que le pagaran otros dos dólares.

Una vez compró un periódico, para ver los empleos y halló ese de reparto de hielo, requiriendo “jóvenes de 18 a 25 años, que sepan conducir carretas y sean buenos trabajadores”.

Pedro tenía 23 años y acostumbrado, como estaba, a montar caballo y conducir carretas en su pueblo natal, en la granja de su padre, no le fue difícil pasar las pruebas a las que lo sometió John, sobre todo, de cómo conducir la carreta y cuidar a su caballo. Tenía que alimentarlo bien, no forzarlo demasiado, saber cuándo dejarlo que descansara y que tomara agua y rumiara algo de paja de un costal que le colocaba en la cabeza, abarcando el hocico…

El sueldo era de diez dólares a la semana, más comisión de medio dólar si cumplía bien con todas las entregas. Cada bloque de hielo costaba dos dólares y debía entregar treinta diarios. Si terminaba antes de lo acordado, finalizaba sus tareas de ese día y podía irse a casa.

Como conducía hábilmente – conocía rutas más cortas y otras habilidades que había ido adquiriendo con el tiempo –, siempre terminaba a las dos de la tarde. Además era mejor, pues el hielo no se derretía tanto, sobre todo, el que llegaba al final, a los hogares más alejados.

Y uno de ellos, muy convenientemente, era el de la señora Rebecca Flanders, una rubia de treinta años, con quien Pedro sostenía una especial relación, a la que había accedido luego de varias semanas de coqueteos y de insistencia de Rebecca, de que se convirtiera en su latin lover…

Le aterraba encontrarse con Paul, el esposo, un corpulento neoyorquino nativo, de casi dos metros de estatura que, le decía Rebecca, era sumamente celoso. “¡Nos podría matar a los dos, honey!”, le comentaba ella, cuando lo hacía objeto de su desenfrenada pasión… ¡besos y abrazos por todos lados, cuando le quitaba la camisa y le acariciaba sus fornidos brazos y pecho – Pedro hacía ejercicio todos los días, pues le gustaba mantenerse en forma – y le daba mordiditas por todos lados y le chupaba los lóbulos de las orejas!...

Y, claro, Pedro “se calentaba”, pero nunca dejó que Rebecca fuera más allá, de que se acostaran en la recámara e hicieran el amor “como se debe, honey”…

¡No, no quería arriesgarse a que los encontrara así Paul y los matara, como ella le decía! 

“Pero no llega hasta las seis, honey”, ella aseguraba. “No, Rebecca, no, mejor no arriesgarle”, el le respondía. Y aunque de verdad deseaba estar con esa mujer tan hot, tan sensual, de buen cuerpo, muy bella y, sobre todo, que le hablaba de muchas cosas, como no estar de acuerdo en que Estados Unidos le hubiera robado territorio a México y que ella no era racista, que aceptaba a todos por igual, fueran negros, chinos, mexicanos… Pedro prefería no irse a la cama con ella, no. Mejor así, a “puros besos”…

Ella había trabajado como maestra de primaria, antes de casarse con Paul, pero cuando la hizo su esposa, casi le prohibió que siguiera laborando en eso. “Tenemos lo suficiente… y además, quiero que cuides a nuestros hijos, cuando los tengamos”…

Nunca llegaron los hijos. “¿Por qué no han tenido hijos, Rebe?”, le preguntó alguna vez Pedro, curioso. “El doctor me ha dicho que no puedo tenerlos”, le respondió ella, triste. “Estoy seguro que algún día tendrás, Rebe”, le dijo Pedro, besándola tiernamente. Ella, sólo le sonrió, con enigmática mirada…

Ya llevaban dos meses viéndose.

Pedro se apuraba lo más que podía, para estar con ella más tiempo, comer juntos y luego, besarse, abrazarse, conteniendo la pasión que sus cuerpos exigían, que los dejaran unirse uno junto al otro…

Pero ese día, Pedro sentía que ya no podría contenerse.

Esforzándose cuanto pudo, llegó poco antes de la una de la tarde.

La casa, de fachada modernista, con porche y ventanas anchas, destacaba por su color azul encendido. Una de las cortinas se abrió ligeramente.

Pedro sacó el último bloque de hielo con sus pinzas especiales y caminó hacia la entrada.

La puerta se abrió y una muy sonriente Rebecca, apareció:

-¡Hoy llegaste más temprano, honey! – exclamó, muy contenta.

-Es que hoy… ¡sí te quiero comer Rebe! – dijo Pedro, con una pícara sonrisa.

El rostro de Rebecca se encendió de emoción y gusto:

-¡Hazme tuya, mi amor!

Pedro se apresuró a entrar y la puerta se cerró, tras de él…

En la acera de enfrente, se cerró una cortina de una ventana, abierta muy discretamente.

Era de la ventana de la casa de la señora Norris, una muy amargada mujer de setenta y tantos años, que en todo metía las narices.

Ya había intuido que entre esos dos, habría algo.

Por eso, el día anterior, que Paul iba llegando en un carruaje de alquiler, el mismo que lo llevaba y traía a diario de la bodega de pescado, en donde trabajaba como administrador, le llamó y le contó lo que había estado viendo desde hacía unos meses y sus sospechas. “No, señora Norris, Rebecca es incapaz de serme infiel… y menos con un mugroso mexicano”, le había respondido Paul, quien, de todos modos, en su interior, experimentó el inicio de intensos celos. Pero le otorgó el beneficio de la duda.

Planeó llegar mucho más temprano que de costumbre al siguiente día. Y si los hallaba juntos, ¡mataría a ese perro, como se lo merecía, y a la puta de Rebecca, la dejaría medio muerta de una golpiza! No la mataría, pues sería en su contra, lo podrían juzgar y encerrar, pero sí le daría una paliza, al fin que las leyes justificaban que el adulterio cometido por una mujer, ameritaba, pero no justificaba, que hasta la mataran. Pero no llegaría a ese extremo, no, sólo le daría una buena golpiza.

“¿¡Por qué carajos me hizo eso!?”, pensó, con rabia, si él, Paul, le había sido fiel… bueno, no porque hubiera querido, sino por su condición. Temía que las mujeres lo rechazaran y por eso retenía tanto a Rebecca…

Pero confiaba en algún día ser como cualquier otro hombre. Y entonces, sí, la echaría de su vida, la mandaría a la chingada…

Pero, mientras, averiguaría si esa perra lo estaba engañando con ese maldito greaser

Eso fue el día anterior…

Y en el día de hoy, jueves, Pedro, por fin, haría el amor con Rebecca, por primera vez…

No sólo porque ya la amaba “con locura”, sino porque ella le decía que ya no aguantaba la vida con Paul, siempre indiferente, quejándose de que la comida no sabía bien – “¡Mi madre sí que sabe cocinar!”, le espetaba –, que la casa estaba sucia, que no salían nunca a pasear, ni al parque, porque siempre “está cansado el cabrón”, prohibiéndole tener amistades y condenándola a esa existencia solitaria, la que la llevó a entablar esa relación de amor con Pedro…

Pedro entró a la cocina, caminó hasta la caja congeladora, la abrió, metió el bloque de hielo allí y se acercó a Rebecca, quien lo tomó de la mano y rápidamente lo condujo hasta la recámara…

 

 

 

II

 

Los jadeos, besos, las caricias… todo lo que sus cuerpos desnudos habían estado ansiando, casi desde la primera vez que se abrasaron, fueron brutalmente interrumpidos por la súbita entrada de Paul a la recámara:

-¡Maldita perra, así te quería agarrar, revolcándote con este pinche greaser de mierda! – gritó, incontenible, furioso, Paul, quien de inmediato se le fue a los golpes a Pedro…

Había sido boxeador, así que no le costó trabajo propinar fuertes puñetazos en el rostro del mexicano, y tirarlo de la cama, para comenzar a patearlo…

-¡Maldito greaser, maldito perro, creíste que te podías meter con la puta de mi mujer, así nomás, desgraciado hijo de puta! – gritaba, mientras pateaba por todas partes, con todas sus fuerzas a Pedro, quien trataba de protegerse lo mejor que podía, sobre todo, cuando se las dirigía sus genitales…

Sí, lo iba a matar a patadas al desgraciado hijo de la chingada, no tendría clemencia…

Y luego se iría con la puta de Rebecca, le pagaría todas, sí, ¡TODAS!...

Pedro trataba de defenderse, pero la fuerza de ese enfurecido gringo, tan alto y fornido, era mucho para él…

Los golpes y patadas seguían, inclementes…

-¡No, por favor, no! – intentó pedir Pedro…

-¡Eso hubieras pensado, hijo de la chingada, antes de meterte con mi mujer, maldito, te voy a matar como el maldito perro prieto que eres, te voy a matar, maldi…!

Esa última palabra fue silenciada por el certero tiro en la nuca que Rebecca le disparó.

Había aprovechado la distracción de Paul, para tomar el revolver de seis tiros Colt, que éste guardaba en un cajón del buró, que estaba de su lado de la cama.

Cayó de frente, sobre Pedro…

Éste, asustado, dijo:

-¡¿Qué hiciste, Rebecca!?

-Lo maté – fue la seca, inexpresiva respuesta –… nos hubiera matado a los dos…

-¿¡Y ahora, qué haremos!? – preguntó Pedro, sin saber cómo reaccionar, pues, en efecto, Rebecca le había salvado la vida… ¡o los había salvado a los dos!...

-Nos vamos para Canadá… a Ontario, allí, tengo familia y nadie nos buscará – dijo, mientras le examinaba la cara y cuerpo a Pedro –… ay, honey, ¡mira cómo te dejó!...

De inmediato, Pedro comprendió que no había de otra. Los dos eran culpables de la muerte de Paul y a él, hasta lo podrían mandar a la horca, pues que un mexicano matara a un americano, merecía la pena capital…

-Está bien, Rebe, no te preocupes, estoy bien… voy por mis cosas…

-¡No, no, nos vamos, pero ya!...

Sin mayores preámbulos, se vistieron, dándose un profundo, sentido beso…

Luego, Rebecca se dirigió hacia la caja fuerte que estaba en la sala, detrás de un cuadro y la abrió. Para su fortuna, Paul nunca había confiado en los bancos. En la caja, había seis mil dólares, muy buen dinero para iniciar una nueva vida, como le dijo ella a Pedro. “Tendremos lo suficiente, en lo que ponemos un negocio”, le dijo.

A Pedro le sorprendió la firmeza de Rebecca, la seguridad, a pesar de lo que había pasado. Y eso lo ánimo más a seguir con el plan. Sí, se iría con esa mujer tan decidida, que le llevaba siete años, a donde lo condujera. Por primera vez, un gringo, en este caso una mujer, lo valoraba como se debía…

 

***

 

Horas más tarde, ambos viajaban en el tren que se dirigía hacia Canadá…

No había la más mínima mortificación en sus rostros. Al contrario, se sentían liberados…

-Nos irá muy bien, ya lo verás, honey – dijo Rebecca, antes de caer dormida en el hombro de Pedro…

 

 

 

 

III

 

La carta que acababa de escribir Pedro, dirigida a su padre, estaba fechada el 25 de septiembre de 1893, poco más de un año después de que hubieran llegado a Ontario.

En ella, le explicaba a Vicente cómo iban las cosas, que se había casado con Rebecca y que todo iba bien con el negocio de repartición de hielo que habían iniciado en esa ciudad, “pues el hielo se usa mucho, pa, es muy importante y estamos creciendo mucho”. Le habían puesto “Rebro Ice Delivery”, combinando sus dos nombres. “Y pronto, verás que ya no vas a tener que sembrar, pa. Yo los mantendré a todos”.

También le comunicaba que Rebecca estaba embarazada. “A ver si es un hombrecito, pa”, le escribió.

Felizmente, Rebecca, por fin, se sentía realizada como mujer y como madre.

Le había revelado el “gran secreto” de que Paul era impotente y que, con Pedro, había dejado, realmente de ser virgen.

Eso, a Pedro, en realidad, no le importaba, que ella hubiera sido virgen, pero se sentía orgulloso de haber sido el primero…

También le escribió a Vicente que vivían en una muy bonita casa que estaban pagando. “A ver si un día vienen a verme”, le dijo.

Sí, tendrían que pasar muchos años para que ellos pudieran regresar a Estados Unidos, no fuera que los descubrieran…

En ese momento, Rebecca se acercó:

-Ya está la cena, honey…

-Ya voy, mi vida – dijo Pedro, sobándole tiernamente el abultado vientre…

Se levantó de la silla de su escritorio y le dio un profundo, muy amoroso beso…

Y hacia el comedor, abrazados, caminaron…

 

FIN

 

Tenochtitlan, a 22 de julio de 2023

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EL LENGUAJE SECRETO DE LAS ALMAS DE MARLENE PASINI

 

EL LENGUAJE SECRETO DE LAS ALMAS DE MARLENE PASINI

 

 

 

Al errar por las lentas galerías

suelo sentir con vago horror sagrado

que soy el otro, el muerto, que habrá dado

los mismos pasos en los mismos días.

Jorge Luis Borges

 

Por Maximiliano Cid del Prado

Licenciado en Literatura y Letras Hispánicas.

 

El camino del místico se erige como una catedral. Lo divino es la cimentación sobre la cual se erigen pilares de pensamiento y arcos de comunión en una danza quieta hacia lo trascendente. En la cúpula, donde se anuncian los indicios celestiales, el altar mayor recibe los cantos de alabanza y conquista. Fuerza, sabiduría y belleza: las columnas; los vitrales: la iluminación; los laberintos: los periplos de la vida humana en busca de la Verdad. Crisol de almas para forjar la Opus Magnum: la gran escala.

 

A través del viaje iniciático, El Lenguaje Secreto de las Almas se revela como un poemario que desentraña las etapas íntimas y transformadoras de la búsqueda desde, entre, hasta, hacia, para, por la divinidad. Cada poema actúa como una propuesta y umbral hacia un reino oculto de autoexploración y experiencia espiritual, donde las palabras se convierten en llaves que desbloquean el enigma de la existencia. Justificado por su título, el poemario se convierte en un mapa poético, esotérico y metafísico que guía a los lectores a través de los resplandores del alma; desvela las distintas conexiones místicas que resuenan en la historia humana en su intento de entender la “la otra orilla”, la geografía discontinua.

 

 

 

Verbum Domini

 

Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón

Oseas 2:14-16

 

El concepto del "aliento de vida" se manifiesta con distinta connotación en las distintas tradiciones de la humanidad. En el contexto hebreo, la palabra Ruah hakodesh (רוח הקודש) significa “aliento de vida” o el “espíritu de Dios”, por extensión también se entiende así al “Espíritu santo”. A lo largo del Antiguo Testamento, el Ruah hakodesh representa la esencia vital que conecta a la Creación con el Creador, por ser causa, consecuencia y presencia de la Voluntad primera.

Por su parte, la cultura griega acuñó el término Pneuma (πνεῦμα) para designar a la respiración o al viento. La idea grecolatina de "inspiración" se le atribuye a este concepto y tiene su raíz en la experiencia extática que la pitonisa de Delfos, intermediaria de Apolo, experimentaba a través de una emanación espiritual que surgía de una grieta en la tierra, provocando que emitiera sonidos interpretados como oráculos divinos. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, la palabra Pneuma es ampliamente usada como equivalente exacto al Ruah hakodesh. Se menciona al Espíritu Santo como “Pneuma” en más de un centenar de ocasiones. Los demás nombres corresponden a los cinco apelativos que el apóstol Pablo usa en sus epístolas para designar al Espíritu y a los 7 tipos (representaciones simbólicas) del mismo en el Nuevo Testamento. La autora hace uso del “pneuma divino” como motivo de su poema “ALIENTO CÓSMICO” donde las cualidades y potencias del  Ruah hakodesh se hacen presentes en su lectura en tanto principio y sostén de la existencia:

 

ALIENTO CÓSMICO

 

De ese todo incognoscible

manifestación omnipresente

que en infinita frecuencia y vibración

puede percibirse

 

El Gran Aliento

perpetuo movimiento de todo cuanto es y existe

poder único e indivisible

en absoluta apertura y expansión

 

Desplegada siempre soy – eres Alma Universal

luz pura e inmaterial en este vasto fluir

retumbo inmaculado que resuena

como golpe oscuro en el misterio

 

De tu sístole – diástole estelar

surgió el primer pulsar del corazón de la semilla

del ritmo indisoluble de tu soplo ya fecundo

nació el primer sonido y verbo que todo ha de crear.

 

 

 

El árbol cósmico

 

 

Planta este árbol en el lapis (...), para que los pájaros del cielo lo habiten

 y se reproduzcan sobre sus ramas; pues de allí se eleva la sabiduría.

Theatrum chemicum

 

 

 

El árbol cósmico es recurrente en diversas religiones, culturas y mitologías. Se le representa como un árbol de dimensiones colosales que conecta los cielos con la tierra y el inframundo a través de sus raíces, en su simbología es común encontrar aves anidando en las ramas y serpientes deslizándose en la base. Su homónimo es la del "Árbol de la Vida", que remite al jardín del Edén, o cualquier otro referente de la condición impoluta del ser humano en un lugar de abundancia y regocijo anterior a la existencia.

En la religión sumeria y otras de Oriente Medio, se mencionaba la existencia de un Árbol de la Vida que se encontraba en un lugar inalcanzable para los seres humanos y solo accesible para los dioses. En el libro de Génesis, se relata cómo Yahvéh plantó el Árbol de la Vida en el huerto de Edén, simbolizando la certeza de la vida eterna para la humanidad, sujeta condicionalmente a su obediencia frente al Árbol del Conocimiento. Sin embargo, la caída de nuestros primeros padres tuvo como consecuencia el sufrimiento y la muerte. En el libro Apocalipsis, bajo la creencia cristiana, el Árbol de la Vida reaparece como un símbolo de sanidad y vida eterna.

En el judaísmo, el Árbol de la Vida es un importante símbolo cabalístico, compuesto por 10 esferas (sefirot) y 22 senderos que representan estados que conducen a la comprensión de Dios y la creación del mundo. El Árbol de la Vida se visualiza en un árbol sefirótico, con 10 esferas conectadas por 22 senderos relacionados con el alfabeto hebreo.. Las Sefirot son diez emanaciones espirituales en la Cábala, cada una con un significado específico y un orden particular: Kéter representa la corona y la voluntad divina; Jojmá es la sabiduría; Biná es la inteligencia activa; Jésed simboliza la misericordia y grandeza; Gevurá representa la justicia y fuerza; Tiféret es la belleza y estabilidad; Netsaj es la victoria sobre la muerte; Hod es la eternidad y la gloria; Yesod representa el fundamento y la generación; y Maljut es el reino y principio de las formas. Estas sefiras se conectan a través de senderos que corresponden a las letras del alfabeto hebreo y representan diversos atributos y estados.

Los sefirot pueden agruparse en tres pilares en la Cábala. El pilar derecho (Jojmá, Jesed y Netsáj) representa la misericordia y el amor, siendo un espíritu masculino y activo. El pilar izquierdo (Biná, Geburá y Hod) simboliza el juicio y la concentración, caracterizado por un espíritu femenino, material y pasivo. En el centro se halla el pilar de equilibrio, donde Kéter es el fundamento, seguido por los otros tres sefirot (Tiferet, Yesod y Malkut). Este pilar central abarca los atributos divinos supremos y el yo superior humano en el abismo cabalístico.

En su obra, Marlene Pasini retoma el simbolismo del Árbol de la Vida como representación del origen y evolución cósmica. Mediante su poesía, teje una compleja red de imágenes y conceptos que guía a los lectores hacia la exploración de realidades ocultas y la búsqueda de conexión con los enigmas del universo y las facetas internas del ser humano, explorando su conciencia en sus tres dimensiones: biológica, mental y espiritual.

 

 

ÁRBOL CÓSMICO

 

Desde la inmensidad

fue sembrada la gran semilla estelar

la Madre y el Padre del Cosmos

sumergidos en el embrujo del sueño nupcial

y en la unión de su luz cósmica al centro del abismo

fue gestada la almendra primigenia

de donde todo mundo planetario

plano y dimensión habrían de surgir

Y allí en esa gran semilla

contenido estaba el sagrado canto

del primer fruto universal

 

Al vislumbre que brilla en oro

de todo acto estelar

la alquimia ha sido posible

y la semilla ahora es árbol

es esencia de abedul – pino – ciprés

es eco de bosque que trasciende

toda forma fugaz y oscura de los limbos

es memoria ancestral

primer fórmula matemática

inaugural frecuencia de los nombres

del Padre –Madre cósmicos.

 

En sus raíces van inscriptos

los códigos secretos del primer lenguaje sideral

melodía mística que suena con un latir y poder

en las aristas eternas del amor

 

En el centro y anclado

a la sombra silente y hechizada

del tan soñado Paraíso

el árbol de eternidad y vida

se mantiene incólume

como un gran Templo de información

 

Arcano talismán

alianza faro y perfección

laberinto de sueños que a su sombra

se desliza una fragancia de manzana

un vértigo de sonido ilimitado

por las olas milagrosas de los vientos

que atraviesa su ramaje

 

Voz del sicomoro y de la ceiba

aliento cósmico del cedro

la primera pirámide del mundo

la ruina más antigua

la quimera ancestral fraguándose en el alma

 

Entre sus frondosas ramas

un cósmico danzar de alas

pulsa en potencial verdor

un canto manifestado y proyectado

por el alfabeto misterioso de los pájaros arcanos

que abre y despierta toda consciencia original

entregando así el primer gran Libro de la luminosa Eternidad.

 

 

Mercurius Trismegistus

 

Quod est superius est sicut quod inferius,

et quod inferius est sicut quod est superius.

 

Hermes Trismegisto, el tres veces grande, el tres veces nacido, es una figura legendaria del período helenístico que fusiona al dios egipcio Thot y al dios griego Hermes. Uno de los tratados más destacados asociados es el Corpus hermeticum, colección de 24 textos griegos sagrados que abordan temas como la naturaleza divina, el Cosmos, la caída del Hombre, la Verdad, el Bien y la Belleza en las creencias esotéricas. Además, se le atribuye la creación de la Tabla de esmeralda donde condensa el arte de la Gran Obra, objetivo principal de la alquimia, en un mensaje simbólico que requiere trascender la limitación racional y dominar la hermenéutica del Símbolo para acceder a su significado y lograr la perfección en esta ciencia oculta. Trismegisto, asociado con la magia y la astrología, gozaba de gran crédito en la Edad Media y el Renacimiento. Aunque Isaac Casaubon, calvinista y erudito francés, cuestionó su antigüedad, la tradición hermética sigue siendo influyente hasta el día de hoy en las disciplinas esotéricas y filosóficas, por su propuesta de conocimiento analógico entre lo divino y lo terrenal. En el poema “EL REENCUENTRO DE LAS LLAMAS” la autora destaca la influencia de esta figura para el hermetismo y esoterismo, explorando su papel como mensajero del conocimiento. A través de símbolos como "Tres veces el grande" y el descenso de los cielos, el poema aborda la iluminación espiritual y la búsqueda de unidad cósmica.

 

 

EL REENCUENTRO DE LAS LLAMAS

 

Le llaman: "Tres veces el grande"

bajó desde los siete cielos

para entregar al mundo

la llave del conocimiento

 

 

Aún todo era oscuridad

entumecida noche en cósmico epitelio

 

Como aves misteriosas

las palabras del Creador revolotearon

“Setenta veces siete” fueron recitados mantras

el fuego eterno ardió al pulso de su órbita de origen

y allí fue nuevamente el encuentro de nuestras almas 

bajo el pacto que hicimos desde el origen de los tiempos

 

Fuimos otra vez

la unidad que había estado perdida

la raíz omnipresente que había sido dividida

fuimos rostros sin carne

con retinas fisuradas en las heridas del exilio

conexiones ahora fluyendo en la pasión de nuestras llamas

recuerdos nebulosos de memorias neuronales

el sabor a miel en la soledad de nuestros sueños

veladuras de lo oscuro al claro nuestras almas 

espejos luminosos

noches – días

coincidencias

sincronías

soles ardiendo en las metáforas del tiempo.

 

 

 

 

Eternidad

 

Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar. Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido.

Apocalipsis 21:1-3

 

 

 

“Eternidad” de Marlene Pasini plantea una lectura en la que se entretejen los conceptos de temporalidad y permanencia como una antítesis. Engarzado en una alegoría de lo Eterno, la concepción de un retorno inexorable en el flujo del tiempo hacia un estado de auténtico amor y unidad espiritual se va diversificando en distintos arquetipos hasta el final del poema. A través de la metáfora del sueño, en donde el dormir es vivir y el morir es el despertar, se evoca un territorio con una geografía distinta, una realidad trascendente donde la presencia divina se manifiesta el cimiento invisible que sostiene la estructura de la creación. La propuesta de Pasino puede ser interpretada como una representación de la búsqueda humana de un sentido perdurable y una conexión profunda con el cosmos.

La referencia inmediata es la Nueva Jerusalén, mencionada en la Biblia. La Ciudad de Dios representa una reconstrucción tanto física  como espiritual de la Jerusalén histórica, dicha transformación es medular para el judaísmo y el cristianismo por su representación simbólica. Destacada en el Apocalipsis, influye en la escatología y teología, en tanto que los profetas mayores y menores anticipan una nación que experimentará su destrucción antes de ser un lugar de reinado divino sobre las naciones, mostrando la soberanía, el amor y la promesa de Dios para con su pueblo.

En el judaísmo, la concepción de la Nueva Jerusalén abarca diversas interpretaciones. Estas incluyen tanto el reino de Dios y su Mesías en la tierra como un reino celestial con sus potencias y una creación restaurada o un mundo renovado. Ésta última busca armonizar la restauración física y espiritual proponiendo un reino terrestre mesiánico seguido por un reino eterno en una creación nueva, con Jerusalén como capital. La duración del reino intermedio varía según diferentes interpretaciones de los talmid jajamim, el término más honorable que se le puede atribuir a una persona estudiosa de la Torá, con una permanencia de 400, 40 o 7 días, equivalentes a 7000 años para Dios. La idea de un reino mesiánico de 1000 años fue retomada en el Apocalípsis de Juan y con ellos se instaura una nueva idea de la Tierra Santa.

En el cristianismo, la concepción de la Nueva Jerusalén se diversificó en tres modalidades. La corriente judaizante, representada por autores como Cerinto y Papías de Hierápolis, imaginaba un reino de Cristo en una futura Jerusalén terrenal. La perspectiva espiritualizante, adoptada por Pablo y otros, se centraba en la "Jerusalén de arriba" como una ciudad celestial. Por otro lado, la concepción joánica del autor del Apocalipsis reaccionó contra las ideas paulinas y la visión judía, presentando una Jerusalén que "baja del cielo", espiritualizada y litúrgica, en un esfuerzo de síntesis entre lo material y lo espiritual, retomando así la factura original hebrea.

Por otro lado, la autora hace mención del océano cósmico o río celestial, motivo mitológico en diversas culturas y civilizaciones, representando un cosmos envuelto por aguas primordiales. En las cosmogonías de antaño, estas aguas inicialmente llenan el universo y dan origen al mundo de los dioses, separándose para crear un espacio habitable. Ejemplos incluyen a Nammu en la mitología mesopotámica, Apsu y Tiamat en Babilonia, y Nun en la mitología egipcia. Influenciando la concepción hebrea y griega, la Torá habla de “una

tierra desorganizada y vacía” cubierta por las aguas, donde luego el espíritu de Dios separa las aguas para crear el mundo. La mitología griega personifica las aguas como dioses, como Océano y Tetis. Aristóteles y Platón también abordan esta tema.

Por su parte el akasha, término sánscrito que se traduce como 'éter', 'espacio' o 'cielo', ocupa un papel fundamental en la religión hinduista. Es considerado el primer elemento material creado por el dios Brahmá y forma parte de los cinco grandes elementos del hinduismo, junto con aire, fuego, agua y tierra. Su característica principal es el sonido (sabda en sánscrito), y es concebido como la quinta sustancia física en las doctrinas hinduistas niaiá y vaisesika, así como en la escuela samkhia, donde es atribuido como el sustrato del sonido y la sustancia física eterna, omnipresente.

 

 

ETERNIDAD

 

Desde el principio de los tiempos

supimos que volveríamos a encontrarnos

al tiempo del verdadero amor

y la unión sagrada de las almas

 

Como sueño eterno

una tierra se vislumbra ante nosotros

vestigio de una invocación mágica

el rito poderoso de una leyenda antigua

que nos seduce y nos persigue

con su recuerdo y sus cánticos

bajo la clara sombra de todas las visiones

 

Lo que queremos ver…  lo vemos

con el ojo interno que nos fue otorgado

en el Reino primigenio donde una vez

fuimos completa unidad en el Gran Océano Cósmico

 

Como un sueño oculto en el ayer

hoy se manifiesta así de simple y claro

como la visión colorida del profeta

en los bellos e inmensos campos florecidos

 

Tierra soñada que vuelve a nosotros

como una danza de estrellas en los cielos

por un tiempo… es verdad….

estuvo oculta y se mantuvo solitaria

en los mundos invisibles de los registros del Akasha

 

Pero el latir del sacro amor en el ahora

resplandor de la fragancia de la rosa prometida

que el centro de nuestro corazón destila

en el círculo del tiempo y del renacimiento

nos prepara para lo que ha de venir

más allá de la eternidad

 

Recuerdos reflejados

en las aguas primigenias del pasado

recuerdos del sentir que hoy nos guían

 y que iluminan nuestras vidas

abriéndose por fin el portal tan esperado

y activando así la luz que detrás del velo está

 

Unidos en la llama de la verdad estelar

tú sabes quien eres en mí

yo sé quien soy en ti

fuego del Fénix ardiendo siempre en unidad.

 

 

 

El lenguaje secreto de las almas

 

El poemario de Marlene Pasini irrumpe el escenario de la literatura mexicana abrevando de una tradición particular: la mística mexicana escrita por mujeres. La corta, pero intensa, cauda de este género cuenta con asombros y resplandores que van desde Sor Juana Inés de la Cruz hasta Elsa Cross, Verónica Volkow, Minerva Margarita Villarreal, Carmen Nozal, Graciela Noyola, entre otras. Destacada comunicóloga, escritora, poeta, editora, artista visual y directora cultural, y ahora, Marlene Pasini ha dejado una huella profunda en el ámbito literario y cultural en México y el extranjero, con 15 libros publicados y múltiples premios y reconocimientos. En esta ocasión comparte lenguaje con la tradición sagrada desde donde explora la profundidad de los caminos espirituales.

A través de El lenguaje secreto de las almas, la autora navega entre conceptos que han perdurado a lo largo de la historia en torno al camino iniciático. El Verbo Creador, enraizado en diversas tradiciones que revela la creación como resultado de fuerzas activas ligadas al poder del lenguaje y la palabra; la Madre Cósmica, la matriz primordial de la creación y encarna la interconexión entre la humanidad, la naturaleza y el cosmos; el Sacrificio Ritual, medio y mensaje entre los planos espiritual y terrenal, mantenimiento y renovación; el Tercer Ojo o la percepción más allá de los sentidos físicos, la apertura a niveles profundos de conocimiento; el Eterno Retorno que desafía la noción lineal del tiempo y sugiere que el Ser se repite en ciclos infinitos; el Chamanismo, práctica espiritual primigenia en la que se enfatiza la conexión entre la humanidad, la naturaleza y el mundo espiritual a través de rituales, el éxtasis los y viajes trascendentes: la diosa Gaia o la interdependencia de todos los seres vivos y el equilibrio ecológico en la Tierra; Finalmente el Lenguaje Profético, presente en textos sagrados y visiones espirituales que se percibe como una comunicación directa con lo divino, revelando aspectos ocultos de la realidad en un tiempo retroflejo donde el pasado es el futuro.

Titus Burckhardt comenta en Principios y métodos del arte sagrado[1] que no existe arte sagrado con formas profanas, y que “su fin último no es evocar sentimientos o transmitir emociones; es un símbolo (…) cuyo objeto real es inefable. Es de origen angélico porque sus modelos reflejan realidades supraformales”. La obra del poeta místico, el poema, comparte las mismas características que el arte sacro.

La locución latina aliquid stat pro aliquo señala la dimensión relacional del signo: un objeto presente se relaciona con otro ausente: todo es otra cosa. Un signo no es tal a menos que sea interpretado como tal, y su carácter referencial puede existir independientemente del objeto al que hace referencia, manteniendo su relación incluso si no existiera dicho objeto. A lo largo de la historia, han surgido diversas concepciones y definiciones del signo, considerándolo como un fenómeno histórico, cultural, iniciático y social. Los signos reflejan la realidad del ser y permiten representar y comunicar ideas de forma más o menos velada. Además de ofrecer información sobre la realidad, los signos también actúan como interpretaciones de dicha realidad, formando una hermenéutica de lo representado. La percepción del ser, ya sea real, conceptual o imaginado, inicia un diálogo del individuo con su entorno, implicando apropiación e interpretación. Este diálogo, en el caso de un artista, consiste en una apuesta hacia el otro.

Generalmente la experiencia mística consiste en una unión íntima con un Otro distinto a nosotros mismos. La experiencia de relación con lo Otro es siempre una unión trascendente que se presenta como reveladora de lo que existe bajo los distintos modos de lo real: el misticismo es la vía de unión con lo otro y en la otredad está la revelación: yo soy otro, yo soy en el otro.  Paul Valery menciona en una de sus conferencias que el poema busca “reconstituir en nosotros esa emoción poética que designa el primer sentido de la palabra”. La obra literaria, el poema, no se define mediante sí mismo, mediante el autor o su época, sino mediante el lector: todo es otra cosa, la experiencia estética se concibe solamente en función del otro.

Si el Yo se niega para encontrarse y definirse por medio del Otro, donde mi conciencia es la conciencia del otro, y nuestra conciencia compartida es el Ser, la mística es la mejor manera de hablar de la Divinidad. En El lenguaje secreto de las almas se establece el doble juego del lenguaje. Marlene Pasini construye y reconstruye las relaciones analógicas y metafóricas entre lo físico y lo metafísico. Diálogo trascendente entre lectora y autora, entre la realidad e irrealidad divina situado todo en la geopoética pasiniana.

 

CDMX, 2023



[1] Burckhardt, Titus. Principios y métodos del arte sagrado. Buenos Aires: Ediciones Lidium, 1982. 1-3.

 

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PORNOGRAFÍA ARTIFICIAL...Cuento por Adán Salgado

 

ILUSTRACIÓN: VIRIDIANA PICHARDO JIMÉNEZ 

PORNOGRAFÍA ARTIFICIAL

POR ADÀN SALGADO ANDRADE

 

Eleuterio estaba terminando otro porn video, de los que hacía empleando el software que él mismo hackeó, el MovieAction,  para producir videos porno, que le estaban dando muy buen dinero.

Eso, porque lo hacía de personajes famosos, por ejemplo, actores, actrices, presidentes, gerentes de bancos, sacerdotes… en fin, cuanto destacable había.

Y con ese programa “tan chingón”, podía combinarlos. Así que no sólo salían cogiendo, sino, además, por ejemplo, un político importante, era visto en “vergonzosas” escenas hetero u homo, fuera con una actriz, un sacerdote, una funcionaria, un militar, otro político… dependiendo de qué “tan grave” la situación quisiera presentarla Eleuterio.

Así, entre más comprometido el video, más cobraría la extorsión a los aludidos.

Sí, realmente, Eleuterio agradecía a la, así llamada, Inteligencia Artificial, IA, y a ese programa, el MovieAction, que él había hackeado, gracias a sus habilidades  como softwarista en los Artificial Acting Movie Pictures, en donde se hacían todo tipo de películas de acción, IA, ya sin actores, sin escenarios… ¡hasta sin guionistas!, porque ya todo se hacía con infinidad de programas hechos para la industria cinematográfica IA.

Pero él, “abusado como soy”, había modificado el MovieAction, que era para hacer escenas de acción, justamente para realizar escenas sexuales fake. “Soy bien chingón”, se decía, cuando vio las primeras pruebas, dos años antes, luego de modificarlo… sí, muy convincentes, como si los creados personajes  fueran reales.

De inmediato, hizo un video de Melquiades Musk, hijo de Elon Musk, “cogiendo” con Tiburcio Bezos, hijo de Jeff Bezos,  personajazos…

 Lo envió a sus correos personales – era muy hábil para averiguarlos – y los amenazó con que, si no le daban diez millones de renminlares – se fusionaron el dólar con el renminbi chino, para ya no estar compitiendo Estados Unidos y China con sus respectivas, ya muy debilitadas, monedas –  cada uno, “van a salir en cuanta red haya,  assholes “…

¡Y se los pagaron!

También era muy hábil en cuanto a ocultarse. Nadie sabía desde dónde operaba, y como le depositaban en hackmonedas – una moneda virtual creada por los hackers –, tampoco podían detectar en dónde quedaban sus depósitos, mantenidos en la Deep WEB AI, por un grupo de criminales llamados Safe Robers Bank.

Sí, sí, muy hábil.

Había estado ganando buen dinero.

Suficiente para, ya casi, comprar una mansión submarina – por tanto calentamiento global, era más seguro vivir en las profundidades oceánicas –, así como un nuevo auto todo medio – era aéreo, terrestre y acuático, pues no se sabía en dónde se podría estar, en cierto momento, ya fuera en tierra, aire o agua, dependiendo de la emergencia climática enfrentada, algo muy común ya –, modelo 2050, un Warming o un Apocalyptic, las dos marcas de autos movidos por hidrógeno – los eléctricos, hacía tiempo que habían probado ser más depredadores y contaminadores que los antiguos de combustión interna –, pero el más lujoso modelo que tuviera de alguna de esas marcas.

Ante todo, tenía Eleuterio que mostrar su poderío material…

Había concluido otro video. Esta vez, uno que involucraba al actual Papa, Hipocritus I, con Stealing Hernández, el Presidente de la Mezquindad Mundial – en el 2050, ya era muy apreciado ser muy mezquino, nada de ser bondadoso o mamadas así –, en otro acto de homosexualidad, que tan buenas extorsiones le procuraban. “Sí, les voy a cobrar veinte millones a cada cabrón… ya me urge comprar mi mansión y mi Apocalyptic Deluxe”, pensó, mientras les enviaba a sus respectivos correos, los videos y las amenazas de que hasta en PornFuck aparecerían “cogiendo de lo lindo”…

Listo, dijo, pulsando ENTER en su cuantidora – las ya muy comunes computadoras cuánticas que todo mundo poseía, por baratas –, mientras se reclinaba en su asiento…

“Sí, vaya que soy chingón”, se dijo…

 

 

 

 

II

 

Hipocritus I se meó en los pantalones.

Hasta la sotana alcanzó a humedecerse con sus orines, olor a viejo. A sus 156 años de edad, un hombre maduro – para mediados del siglo veintiuno, ya había varios tratamientos para alargar la vida más de 150 años –, cualquier emoción, por ligera que fuera, le ocasionaba incontinencia. “Es lo malo de llegar a tan, tan viejo”, se decía, mientras había visto, por tercera vez, ese infame revenge porn…

¡Qué poca madre, haberlo puesto cogiendo con el pendejo ese de Hernández, el rey de la mezquindad!

Un cabrón veinte años más grande que él. “Ni que estuviera tan urgido”, reflexionó, pensando en que por eso tenía su suscripción, totalmente anónima, a HaloPorn, en donde cogía con chicas virtuales, con el avatar que él se eligiera para sí mismo. “Y es muy chingona la sensación, como si estuviera cogiendo de verdad”, reflexionada el máximo jefe de la Sacrosanta Iglesia del Séptimo Apocalipsis.

Pero gracias a HaloPorn, justificaba Hipocritos, no se había vuelto pederasta o pedófilo, como los otros “altos jerarcas religiosos”.

Encima, para no proyectarlo, le estaba pidiendo el pendejo Anonymus, como se había presentado el culero que había hecho ese falso video, ¡veinte millones de renminlares! Lo de un año de limosnas de la Santa Catedral Hipocritona…

¡No, estaba bien pendejo ese pinche hacker, si creía que él se iba a dejar extorsionar, así cono así, él, el Papa, la persona más hipócritamente santurrona que podía existir!…

Revisó los contactos de su correo…

¡Sí, allí estaba, el Tuncote Artificial!

Ese mero, el matón IA que por un millón de renminlares – más barato que pagar la extorsión –, se despachaba al que le asignaran…

¡Sí, sí, le escribiría en ese momento, enviándole la evidencia de porqué quería deshacerse de ese hijo de la chingada – con el perdón de la Santa Hipócrita Eucaristía –, que no sólo era peligro para él, el Santo Hipócrita Padre, sino para toda la sociedad de la decencia!…

“Entonces, mi buen Tuncote, tú me dices a dónde te deposito, pero quiero que te chingues a ese culero a la de ya”, terminó, contundente, Hipocritos I…

La Católica, Hipócrita Iglesia Vergana, no permitiría esa afrenta…

“Todavía que me hubiera puesto cogiendo con una vieja, menos mal”, pensó Hipocritos I.

¡Pero no, tenía que haberlo puesto como puto y con un cabrón mayor que él!

“Vas a valer verga”, pensó, con coraje… aunque, en cierto momento, al ver cómo le mamaba la verga el otro güey, en el video, un placer mundano, le cosquilleó la espalda…

 

 

 

III

 

El Tuncote Artificial o, más bien, la proyección 3D de él, estaba sentado en una desvencijada silla. Tomaba una cerveza ModeloIA, “la cerveza para los Inteligentes Artificiales”, como rezaba su publicidad, que podía verse en todas partes del planeta, proyectada por cielos y mares.

Tenía un porte temible. Era una especie de hibridación entre un corpulento luchador, de los de antes, tipo El Santo, y un gordo robot. La cara metálica, tenía un horripilante rostro, mezcla de cráneo, con un enorme ojo lateral izquierdo, mientras que el derecho, lo había eliminado. Las manos, se mostraban como de lagarto, con filosas garras, pero listas para empuñar las distintas pistolas de rayos gama que traía atadas a un ancho, pesado cinturón de piel, aunque también portaba algunas antiguas, de tiros…

Las piernas, eran como corrugados tubos, los que terminaban en orugas, como de tanque…

En realidad, era su más reciente avatar, pues como sólo existía dentro de la red, podía adaptar lo que quisiera. Y entre más terrorífico, mejor…

Lo importante era matar de miedo, si se podía, a la persona que le asignaran, claro, previos millón de renminlares depositados en su cuenta virtual…

Era muy importante, pues con eso pagaba los gastos que implicaba ser un organismo artificial autónomo. Sí, que la renta de esa pocilga en donde estaba el potente servidor cuántico que lo generaba y contenía, de un millón de watts de potencia, la electricidad o la cuantinergía – ya era muy común para la gente usar energía cuántica, cuya producción estaba calentando todavía más al súper calentado planeta –, con la que era posible trasladarse a cualquier parte de la red. Y como ya todo el mundo estaba conectado a aquélla, no había resquicio que el Tuncote no pudiera invadir… eran las ventajas de ser puros cuantibits… 

Ya había leído el correo de Hipocritos I, lo de que asesinara a un “pendejo hacker que me hizo un fake porn revenge y me lo quiero chingar”.

Y ya le había depositado su cuota, el millón de renminlares, así que a trabajar.

Luego de algunos minutos, no le fue difícil localizar a ese pendejo hacker, que seguramente se creía muy chingón e indetectable…

Como muchos otros pendejos, a los que le habían asignado matar…

Ya hasta había perdido la cuenta de a cuántos se había chingado. “No sé, a lo mejor un millón de pendejos que mordieron la cuantinergía”, decía, pues eran, justamente, potentes impulsos cuánticos, los que mataban a esas putas sabandijas…

La verdad, era conservador en su pensamiento. Era fiel a la novia IA en turno, con la que estuviera cogiendo.

Y ya se había chingado a un pendejo que quiso extorsionarlo con un fake video porn de el Tuncote, cogiendo con la Madresota, una pinche vieja IA que prestaba sus sexoservicios IA a quien se lo solicitara. Pero nada más de acordarse cómo era, voluminosa, mal encarada, vistiendo trajes de piel, sadomasoquistas, “para darle sabor al acto”, como anunciaba en su página, le revolvía el estómago al Tuncote…

Por fortuna, él era lo suficientemente galanazo como para no tener que alquilar putas IA…

No, él, por eso, pura virgen IA, sí, como debía de ser para un matón IA, como él…  

Y lo localizó…

Su nôme de guerre era mepelas@laverga...

Estaba en un sitio en México, llamado Metepec, en las coordenadas 19°15'09.1"N 99°35'54.6"W, dirección Santiaguito, manzana 001…

“Eres hombre muerto, pendejete. Ahora, tú me vas a pelar la verga a mí”, murmuró el Tuncote, con imponente, cavernosa, cuántica voz…

Enseguida, pulsó algunas teclas…

 Se tomó el último sorbo de su ModeloIA, eructando sonoramente…

Luego, apretó el ENTER del servidor cuántico…

Una especie de succionador, hecho de materia de hoyos negros, lo absorbió totalmente…

Y el Tuncote, convertido en cuantibits, a toda velocidad, se dirigió a Santiaguito, en Metepec, Edomex…

 

 

 

IV

 

Eleuterio estaba extrañado de que medio día había pasado y nada de nada del depósito de Hipocritos I.

El de Stealing Hernández, ya estaba hecho.

Era problemático, porque si no le depositaba Hipocritos I, tendría que rehacer el fake porn video, eligiendo a otro personaje o alguno inventado, con tal de que ese culero, dizque representante de la hipócrita fe cristiana, no se saliera con la suya, en caso de no pagar…

Pero todavía le quedaba una hora, del plazo acordado, hasta las dos de la tarde de ese día, miércoles.

Y le urgía la lana, pues, por la crisis mundial, Artificial Acting Movie Pictures estaba en paro técnico, en lo que las dos mil películas producidas el mes pasado, agosto, se veían por el Streaming 3D. “Como si estuviera en la acción”, rezaba la publicidad de ese streaming, ya tan difundido por todas partes. Pero muchas empresas estaban quebrando, por tanta competencia…

Tomó el mouse, para abrir el correo y enviarle un ultimátum a Hipocritos

“Pues espero, por tu bien, mi buen Hipocritos, que me deposites la lana o todo mundo te va a ver cogiendo con un pendejo puto”, dijo Eleuterio, mientras comenzaba a teclear...

Pero fue lo último que pudo “coordinar” en su extorsionador cerebro…

Una fulminante corriente de cuantibits, que le entró por los dedos, de un millón de watts, todo el poder exterminador del Tuncote, le frio completamente el cuerpo, empezando por el aludido cerebro…

“Así te quería agarrar, culero”, fue la cuántica voz que surgió de la quemada, cuantidora de Eleuterio, quien quedó oliendo a suadero chamuscado…

 

V

 

Hipocritos y Stealing retozaban de lo lindo sobre la cama King Size que Hipocritos tenía en su gran recámara, dentro del Vaticano.

Stealing estaba muy contento y satisfecho de que, gracias a ese fake porn video, se hubiera animado a experimentar una nueva sensación a sus 176 años, tener un encuentro sexual gay con ese joven de 156 años.

No cualquiera, claro, pues era nada menos que Hipocritos I, el máximo jerarca de la Católica, Hipócrita Iglesia Vergana…

-Creo que es amor a primera vista – susurró Stealing, dándole un cariñoso beso en la frente a Hipocritos I, quien tenía un terso cutis, gracias a sus carísimos tratamientos de nanocolágeno…

-Sí, Steal… verdadero amor a primera vista – secundó Hipocritos I…

Luego de que el Tuncote se había despachado a Eleuterio, de inmediato Hipocritos I se puso en contacto con Stealing, a quien alguna vez había conocido en una importante reunión de jerarcas mundiales…

Le platicó, rápidamente, sobre lo que había logrado evitar. “Nos habrían visto en… en pelotas… y… y… mamándonos… bueno, haciendo el 69… Steal”…

No pretendió, al decirle eso, ser sugestivo, pero, sí, inconscientemente, le “cosquilleó” la nuca, por ese deseo malsano que, de repente, lo asaltó, repitiendo mentalmente las escenas tan gráficas que se le rebelaron en su mente, de ellos dos cogiendo tan cachondamente

Stealing quedó muy agradecido con Hipocritos I por su eficiencia y atención. Sobre todo, en medio de la campaña mundial para la promoción de la mezquindad humana. ¡Qué fiasco global habría sido eso!

Sí, él sería el más mezquino del planeta, pero no ¡puto!

Aunque, bueno, al igual que Hipocritos I, algo extraño sintió. Le dieron “cosquillitas” en los testículos, al recordar las “ardientes escenas” de los dos haciéndose sexo oral mutuo…

Quedaron en verse en una pulquería, para tomarse un curado sintético de nuez transgénica.

Y, luego de una larga plática, entremezclada con miradas sugestivas, coquetas, lascivas, con sobaditas de manos, terminaron en un hotel de la Soledad IA, con un six de ModeloIA…

-Creo que ya te estoy empezando a querer mucho, Hipo – le susurró a la oreja Stealing

Hipocritos suspiró:

-Yo también, Steal…

Stealing suspiró, a su vez:

-Lástima que te lo chingaste… le hubiéramos podido pagar para que nos hiciera más inspiradores videos, Hipo…

-Sí, lástima – balbuceó Hipocritos I…

Luego, el cariñoso, amoroso retozo sexual, acompañado de ronroneos y jadeos, se reanudó…

 

FIN

 

Tenochtitlan, 9-13 de mayo de 2023

 

 

 

 

 

 

 

 

    

 

 

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Chocolates...Cuento por Adán Salgado

 

ILUSTRACIÒN: VIRIDIANA PICHARDO JIMÈNEZ.

 

CHOCOLATES

(inspirado en tristes hechos reales)

 POR ADÁN SALGADO ANDRADE

 

Patricia Borges nadaba en ese mar chocolatoso.

Era maravilloso, pues le recordaba a la película Charlie y la fábrica de chocolates, que tanto le gustaba. Se sentía Charlie, el que se había ganado un concurso para recorrer la fábrica.

Ah, y esa fuente de chocolate… ¡cómo le hizo reír una escena en donde uno de los niños problemáticos se cae allí!

Sí, el chico, todo embarrado de chocolate, sacó su cabeza de entre el líquido café, totalmente cubierta…

Así, como ella en ese momento, que nadaba y nadaba y no llegaba a la ¿orilla?...

Bueno, a lo que fuera que pudiera permitirle respirar, pues sentía que se le acababa el aire. A pesar de que era tan sabroso ese chocolate, no podía estarlo deglutiendo y deglutiendo todo el tiempo…

No, no, debía de alcanzar tierra firme, a como diera lugar…

Tenía que seguir nadando, nadando… 

 

 

II

 

Patricia tenía cuatro años de laborar en esa fábrica de chocolates, la R.M. Palmer Co., que estaba en Palmer, un pequeño poblado, a unas dos horas de la ciudad de Filadelfia, en el estado de Pensilvania.

A Estados Unidos, llegó cuando tenía 19 años, hacía 31, así que a sus 50, “ya era más gringa que mexicana”, le decía su familia. Pero ella lo negaba. “Ni inglés hablo bien, así que no, sigo siendo bien mexicana, poblana, a mucha honra”.

De hecho, como siempre había trabajado en empleos blue collar, como les llamaban a los de obreros, Patricia, no había pasado de vivir regularmente, con deudas todo el tiempo. Su esposo manejaba un Uber y sus dos hijos – una niña de 14 y un chico de 16 años – todavía estaban en la high school, así que todavía no tenía que preocuparse por el pago de las altas colegiaturas del college, como se le llamaba a la universidad. “Ay, hijos, ojalá que el señor Biden logre que ya no se cobre en las universidades o que les den becas”, les decía varias veces, los domingos, por la mañana, que era cuando se reunía toda la familia a desayunar, pues el resto de la semana, por las doce horas que manejaba Javier, su esposo, poblano también, el trabajo de ella, más las tareas de Estela y Jorge, los hijos – eran muy, pero muy dedicados al estudio, justamente para ver si les daban becas en la universidad –, no se hacía tan fácil la convivencia. Además, Patricia todavía tenía que llegar a preparar la cena y hacer algunas compras en el súper

Por más que había aspirado a cargos mayores, como supervisora, por ejemplo, por su falta de instrucción – “yo, sólo tengo la secundaria”, decía, cuando la entrevistaban para algún empleo, debiendo aclarar que la secundaria era como el middle high school –, sólo le habían dado empleo como obrera, a pesar de que tenía bastante experiencia ya, pues había trabajado en distintas empresas durante años.

Había pensado, como le habían recomendado, estudiar un boot camp, de esos cursos que enseñaban habilidades en software, pero eran muy caros, unos diez mil dólares el más barato. Y debiendo pagar tres mil quinientos dólares de renta, los pagos del Uber de Javier, la cara comida, los gastos de escolares… no, vivían al día. Imposible estudiar algo así.

Que, de todos modos, ni tiempo tenía, trabajando de las ocho de la mañana hasta las seis o más de la tarde, pues siempre había que dejar todo limpio, porque los supervisores, que eran muy estrictos, cuidaban que todo el material, las máquinas, los uniformes… estuvieran impecables. “No por nada, tenemos 75 años trabajando, porque cuidamos que se hagan muy bien las cosas, compañeras y compañeros”, les decía el gerente, James, un rubio de 35 años, nieto de los fundadores de la fábrica, cada lunes por las mañanas, cuando les impartía una plática motivacional.

Ni modo, Patricia se tenía que conformar con los 15 dólares la hora que le pagaban, 150 diarios, por las diez horas “formales”, porque podían alargarse a once o hasta doce, muchas veces. Sólo por la necesidad se había aguantado… ¡ah!, y porque durante la pandemia, no las habían despedido, pero sólo les habían pagado medio salario, durante seis meses, que fue cuanto duró cerrada la empresa. “Al menos tuvieron ese detalle”, les decía a Javier y a sus hijos. Gracias a ese magro salario y a los pocos viajes que hacía Jorge en su Uber, pudieron sortear ese difícil periodo.

Todo eso pensaba Patricia, mientras estaba revisando la máquina para preparar las distintas mezclas de chocolate, que ella operaba. Estaba subida en una escalera, para verificar unos medidores.

De repente, sintió un fuerte olor a gas.

Su amiga Judith, una paisana de Oaxaca, encargada de la máquina de empaquetado, se acercó:

-Oye, Paty, ¿no hueles a gas?

-Sí, manita, muy fuerte… hay que decirle a James…

-No está, pero está Pedro – respondió Judith.

-Ah, pues vamos a decirle – dijo Patricia, mientras bajaba de la escalera.

De inmediato, fueron a una oficina que estaba al fondo de la fábrica.

Tocaron.

-Adelante – se escuchó una voz latina responder, en un español apochado, pues casi todos los empleados de R.M. Palmer eran latinos, mexicanos, la mayoría – “cheap labor”, les bromeaba James.

Patricia abrió la puerta. Entró a la habitación en donde Pedro, un michoacano de unos 45 años, revisaba cosas en la computadora.

-Díganme, chicas…

-Oye, Pedro, fíjate que huele mucho a gas, pero mucho – dijo Judith.

-Sí, hasta pica la nariz – secundó Patricia.

Judith se distinguía por su aplomo, no se dejaba.

-Ah – dijo Pedro, abstraído por un informe financiero de la empresa.

-Pero mucho, Pedro, mira… ya hasta aquí huele… ¿¡no hueles!? – volvió a insistir Judith – Yo creo que deberías de suspender la producción hasta que revisen, ¿no?, porque qué tal si hay una fuga.

-Huy, pero ya ven que no está James y sólo él, es el que puede ordenar suspensión de actividades. Y es que urgen los chocolates, porque hay muchos pedidos…

-¡Ay, Pedro, pero huele mucho… nada más ven afuera, para que veas! – insistía Judith, algo exigente ya. Le decían que tenía madera para ser líder sindical. “No creo, pero no hay que dejarse”, decía, modesta.

-Pues abran las puertas y ventanas… – fue la sorprendente “sugerencia” de Pedro.

Judith y Patricia se miraron, desconcertadas, cabeceando.

-No, Pedro, huele mucho.. mejor paramos – volvió a la carga Judith, secundada por la afirmación de Patricia.

-¡Noooo!... ya les dije que hasta que llegue James… ya no ha de tardar…

-¿Por qué no le hablas? – sugirió Patricia.

-Siempre trae apagado su celular, porque dice que no le gusta que lo molesten…

-¡Pues inténtalo! – exigió Judith.

Pedro tomó su celular, lo puso en altavoz y marcó.

-The number you dialed is unavailable – se escuchó la voz que decía que el número no estaba disponible.

Pedro se les quedó mirando, encogiendo los hombros, como diciendo, “ven, se los dije”

-¡Ay, Pedro, a ver si no pasa algo por tu culpa! – exclamó Judith, enojada de la pusilanimidad de Pedro, incapaz de tomar decisiones tan importantes como esa, con tal de no hacer enojar a su “patrón” James. No dejaba de ser un pinche mexicano agachón.

Salieron las dos de la oficina, notando todavía más fuerte el olor picoso del gas.

-¡Pinche Pedro! – refunfuñó Judith.

-¡Ya, manita, ni hagas coraje… ya ves que así es!

Judith se dirigió a la máquina de empaquetado y Patricia subió de nuevo la escalera, para continuar con la revisión de los controles de la máquina mezcladora…

 

 

III

 

Patricia había visto a lo lejos una balsa…

Perecía que algunas personas iban sobre ella…

Quizá podrían ayudarla si les gritaba…

Y así comenzó a hacerlo:

-¡Ayúdenme, por favor, me ahogo, me ahogo! – gritó con todas sus fuerzas. No le desagradaba tanto chocolate, sólo que no quería morir ahogada de una enchocolatada

-¡AYÚIDENME, POR FAVOR!...

 

 

IV

 

Patricia anotaba en la bitácora las mediciones de la presión, la temperatura, el consumo eléctrico y otras medidas, que certificaban que la máquina funcionara correctamente.

Pero tanto olor a gas, ya hasta la estaba atontando…

-¡Oye, Paty, hay que parar, no me importa lo que diga el pendejo de Pedro y su pinche Jefe!... – gritó Judith, acercándose a donde estaba la poblana.

-Sí, manita, ya no se aguanta el olor – asintió Patricia, mientras también se acercaban las otras trabajadoras – “more manageable” decía James, pues, para él, las mujeres eran más dóciles y fáciles de mandar y por eso contrataba como obreros a puras chicas –, animadas por Judith.

Estaba Patricia por bajar las escaleras, cuando una brutal explosión cimbró el sitio, despedazándolo todo, mobiliario y trabajadoras, seguida de una expansiva ola de infernales llamas, que en fracciones de segundo, envolvieron todo el sitio…

 

 

V

 

Por fin, Patricia llegó, como pudo, a la providencial balsa…

Unas manos salvadoras la sujetaron de los brazos y la subieron…

Finalmente, pudo respirar…

Sí, ya respiraba…

Despertó de su inconsciencia y de ese… entre sueño y pesadilla

Los bomberos, luego de varias horas, habían dado con el sótano de la fábrica, en donde se hallaba un contenedor de chocolate liquido y otras instalaciones…

En ese contenedor, por fortuna, había caído Patricia, pues el piso en donde estaba parada, se había colapsado luego de la explosión…

El estallido la había dejado inconsciente. Por eso, ni sintió cómo el brazo derecho ardía por las llamas, además de que por la caída de tres metros, se había fracturado la clavícula derecha y ambos tobillos…

Pero el chocolate líquido, finalmente, la había salvado…

Sin embargo, los potentes chorros de agua expulsados por las mangueras de los bomberos, estaban inundando el sitio. El contenedor del chocolate, se estaba colmando con esa agua, lo que había casi cubierto por completo la cara de Patricia, quien yacía acostada, sin sentido. Pero, por el instinto de sobrevivencia, inconscientemente, apenas si podía levantar la cara, lo que correspondía con su braceo, tratando de llegar a la lancha, de su sueño-pesadilla…

Justo cuando los de la lancha, le tendieron los brazos salvadores, fue que despertó.

Los bomberos ya la estaban rescatando.

-This woman is still breathing, call an ambulance, hurry up! – se escuchó gritar a uno de los bomberos, un caucásico de unos 40 años, mientras la sujetaba, con mucha delicadeza, junto con otros dos compañeros.

Patricia apenas si podía abrir los ojos, enchocolatada como estaba.

Pero trató de agradecerles a los bomberos el haberla rescatado con vida, mirándolos fijamente…

Y de cómo se sentía, no tan mal, pensó que sobreviviría…

 

 

VI

 

Patricia despertó en la limpia habitación del hospital, en donde ya llevaba tres días, convaleciente.

Sus hijos, su esposo, varios familiares y amigos, la habían visitado apenas el día anterior, que ya había estado en condiciones de recibirlos, “just a few minutes, please. She’s still weak”, como les había indicado la enfermera, una afroestadounidense, muy amable.

Ya la habían operado de los tobillos y de la clavícula.

Su familia le dijo que habían organizado una campaña de Go Fund Me, con tal de recabar fondos para sufragar las costosas operaciones que seguiría teniendo durante los siguientes meses.

Y también le dijeron que, excepto ella, todos habían muerto…

Comenzó a llorar, como había estado haciendo, desde que lo supo, al recordar a todas sus compañeras, pero especialmente a Judith, a la que más quería…

Un muy sentido llanto le ahogaba el pecho. Pensó en la familia de Judith, sus niños “chiquitos”, de 4 y 6 años. Y su esposo, Manuel, que tan bueno era con ella.

Recordó, con coraje, tristeza y amargura, cómo le habían rogado a Pedro que suspendiera actividades y que ese “pinche putote” no había querido, por miedo a James…

¡A ver, de qué le había servido si, con perdón de Dios, ya estaba muerto!...

Y también pensó en James, quien siempre llegaba en su BMW y que decían que tenía una casa “muy grandota y bonita”…

¡Sí, a costa de que las tenían rompiéndose el espinazo todos los días!...

¡Y de que por tenerlas tan explotadas, ya hasta las habían matado, por no parar la maldita producción!...

¡Sí, se veía que estaban primero los malditos chocolates – con el perdón de Charlie –, que la vida de ellas!...

Pero los iba a demandar, sí, haría una class action, una demanda colectiva, junto con las familias de todas las pobres trabajadoras que habían muerto…

Eso mismo hubiera hecho su querida amiga Judith.

¡Ya era hora de soltarse las amarras, bastaba de vivir siempre a la sombra de gringos explotadores!…

-¡Por ti, manita, por ti, me los voy a chingar! – murmuró, mientras entre tristes sollozos, el sueño comenzó a apoderarse de ella…

 

 

VII

 

Judith y Patricia iban en la parte delantera de la embarcación de motor.

Las otras amigas, compañeras de la fábrica de chocolates, iban distribuidas por toda la lancha.

Judith iba manejando.

Aguas chocolatosas las rodeaban.

Y gaviotas, también de chocolate, sobrevolaban al grupo.

-¿Qué les parece el paseo, chicas? – preguntó Judith, muy contenta.

-¡Maravilloso! – contestaron a coro, junto con Patricia.

Patricia le palmeó la espalda:

-Ay, sí, manita, ya nos hacía falta un paseíto…

 

FIN

 

Tenochtitlan a 23 de abril de 2023

De la colección: cuentos de una sentada

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Modelando...Cuento por Adán Salgado

ILUSTRACIÒN: VIRIDIANA PICHARDO JIMÈNEZ.

 

 

MODELANDO

POR ADÀN SALGADO ANDRADE 

 

Como todas las mañanas, de lunes a domingo, allí estaba, en su lugar acostumbrado, a la entrada del negocio de ropa y lencería para mujer.

Sus azules ojos, contrastaban con algunas cicatrices que tenía en ciertas partes de su abdomen, visibles, cuando tenía que modelar sostenes, tangas, trajes de baño… pero cuando eran vestidos, pantalones, blusas… sin problema.

 Fuera de esas “marcas de la vida”, lucía todavía bien, modelando a diario, las distintas prendas que vestía… lo que fuera, con tal de atraer la atención de las mujeres que pasaban frente a la tienda, pero, mucho más, la de los hombres, que la miraban, lascivos, morbosos, recorriéndola de la cabeza a los pies, en los que, casi siempre, lucía sandalias ligeras o huaraches, según lo que más hiciera juego con lo que estuviera vistiendo…

Como siempre, se resignó a otro día más de modelaje…

 

 

II

 

-… para uste’ que ya no puede ni caminar, que le duelen las piernas, los pies, que pide que le ayuden a cruzar la calle, que hasta llora del dolor… ¡Tómese las cacsulas de ajo, con la mentada glucosamina y el cartílago de tiburón, y verá cómo se le quita el dolor, no espere más, no deje que la enfermedad avance, tómese las cacsulas de ajo, con la mentada glucosamina y el cartílago de tiburón!…

 Era el pregón que todos los días, a esa misma hora, las diez de la mañana, despertaba a Rómulo.

Intentó dormir más, con tal de engañar a los gruñidos de su estómago, que ya lo apremiaba a comer algo.

Pero fue inútil.

El día anterior, nada más una tortilla con salsa, que le dieron de lástima, en el puesto de tacos, era lo que había alcanzado a comer, como a las cuatro de la tarde, así que ya “hace hambre”, se dijo.

Por lo pronto, para calmarla, sacó su bote de activo, el manchado pedazo de franela, a la que impregnaba con el solvente y se dio unos “pasones”…

Salió de su “hogar”, un amontonadero de huacales, plásticos, cartones… a los que había tratado de dar la apariencia de “habitación”, cuando los había apilado hacia unos meses. Por fortuna, como ya no llovía, los cartones no se habían humedecido y desecho, como sucedía cuando caían tormentas, y ya “me duraron estas madres”…

Hacía años, ni se acordaba cuántos, que vivía en la calle, como muchos otros “compas”, todos, con su particular historia de porqué habían ido a parar allí, convirtiéndose en “inmundicia social”, como una vez, una mujer muy arreglada, le gritó a él, cuando se atrevió a pedirle dinero “pa’ un taco”…

Ni se acordaba bien ya, pero parecía que su padre había abandonado a su “jefa” y que ésta, se juntó con otro hombre que, no sabía Rómulo porqué, a diario le daba unas “santas putizas” a él. Así que, mejor, cuando tenía diez años, decidió salirse de esa casa…

Nunca regresó…

Y ya tendría, no sabía bien, unos dieciséis o diecisiete años, así que, al menos seis, ya se los había pasado viviendo en la calle, a lo mejor más…

Se procuraba un “techo” como podía, a veces, dentro de cajas amontonadas, como en ese momento, pero cuando se la hacían “de pedo”, lo echaban, como “pinche perro”, le destruían su basurero… y a pasar las noches en algún rincón, al lado de una pared, debajo de un puente… en donde se pudiera, tapado con una tierrosa “cobija”, su más valiosa posesión.

Para comer, a veces, “taloneaba” unas monedas, para comprar “un taco”, en alguno de los puestos de tacos, tortas, gorditas... pero la gente que lo conocía, ya no se intimidaba con su temible aspecto, todo mugroso, hediendo miseria, torva mirada… y no le daba dinero. Sólo los “nuevos” que pasaran por esa calle, eran los que le tiraban alguna moneda, que los cinco, los diez pesos, más por temor, que por caridad…

Si no conseguía monedas, buscaba que le dieran alguna sobra… generalmente, en los mismos puestos de comida en donde a veces podía comprar algo. Allí, de mala gana, los dueños le aventaban una tortilla con salsa, un pedazo de pan, algún pellejo, con tal de que no se acercara al local y les espantara a los clientes, con su hedor a orines y mugre añejados, de años de no haber sido tocado por gota alguna de agua…

Pero no quedaba de otra, a pasar vergüenzas, humillaciones, aunque, de todos modos, a veces, se quedaba sin comer, pues, frecuentemente, las renuentes “almas caritativas”, no estaban para arrojarle ni un “puto taco”…

Salió de entre sus huacales, cartones, plásticos y amontonada miseria…

Bostezó, estirando los brazos, pestañeando, por el reflejo del Sol sobre su negruzca cara, el que también iluminó los harapos de “pantalones” y una “playera”, que más parecían mugrosos, rasgados trapos de mecánico, que ropa…

Luego, se levantó.

Y, como siempre hacía, caminó, dirigiéndose a donde esa modelo que tanto le gustaba, lucía en ese momento un bikini azul eléctrico.

“Pus aunque sea un taco d’ojo m’echo”, murmuró…

 

 

III

 

Rómulo estaba feliz, pues había hecho su obra buena del día, a pesar de haberse sentido tan activado…

Sí, ¡había evitado el asalto a la tienda de modas!

Había pasado enfrente, justo, cuando dos culeros, con navajas, tenían amenazada a la dependienta…

Y lo hizo, antes de que la amagaran a ella, a la nenorra de los ojos azules…

Pero su gusto era doble, pues la chica, muy agradecida, caminó hacia él, muy sonriente:

-¡Gracias, gracias, Rómulo, eres mi héroe! – exclamó, mientras le ofrecía su mano…

Y ambos, salieron de la tienda, tomados de la mano, mientras gente, policía y sometidos ladrones, permanecían en el sitio…

 

***

 

La gente no se explicaba porqué ese indigente, que ni sabían su nombre, lucía muerto, sangrante, abrazado fuertemente al maniquí de los ojos azules, como si lo estuviera protegiendo…

Lo habían matado a cuchilladas los rateros que, hacia unos minutos, habían tratado de asaltar la tienda de ropa de dama…

Un policía los había matado a balazos, por la espalda, cuando trataron de huir con los trescientos pesos que la dependienta les dio, pues “acabo de comenzar”, les dijo, entre suplicantes sollozos de que la dejaran…

Fue cuando Rómulo los enfrentó. “¡’Ora, jijos de su puta madre!”, les gritó.

En ese momento, se le fueron encima, con los cuchillos, que le clavaron sin piedad, enojados por la “mierda” que habían sacado…

Agonizante, sangrando copiosamente, Rómulo caminó hacia el maniquí de los ojos azules…

“No te preocupes, mi reina, yo te protejo”, aseguró la dependienta, que le oyó decir, antes de que cayera muerto, junto al maniquí, al que no soltó…

 

 

IV

 

Aunque nadie lo notara, lloraba sentidamente…

Los demás, la veían como siempre, sonriente, sus ojos azules fijos, como si nada…

El día anterior, habría pensado que aquel indigente, habría sido su salvación…

Como la llenó toda de sangre, pensó que quizá la guardaría la dependienta, que nunca más la sacaría, que sería de “mala suerte”, que ya no la humillaría con ese diario, forzado modelaje…

Pero no fue así.

La limpió con mucha agua y jabón, dándole unos tallones en todo el cuerpo, que la lastimaron mucho…

Lo peor fue que la mujer lo hizo a la vista de todos, sacándola a la calle, desnuda, tallándola con un zacate jabonoso y enjuagándola a jicarazos, con agua de una cubeta…

Y la dejó secar, bajo un inclemente Sol…

“¡Vaya humillación!”, pensó…

Y, ni modo, allí estaba, de nuevo, en su diario modelar, luciendo un pantalón rojo y blusa blanca…

Dos mujeres se acercaron:

-Ay, qué fea ropa, mana – dijo una de ellas, sarcástica…

-Lástima de maniquí tan padre – dijo la otra…

 

FIN

 

Tenochtitlan, 5 de febrero de 2023

De la colección: cuentos de una sentada

 

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