CALENTAMIENTO GLOBAL...Cuento por Adán Salgado

Ilustración Viridiana Pichardo Jiménez 

POR. ADÀN SALGADO ANDRADE

CALENTAMIENTO GLOBAL

 

Climatus, nadaba hacia su casa.

Sus branquias trabajaban más de lo normal, por su prisa de llegar.

Esperaba arribar y ponerse a trabajar sobre su nueva invención, consistente en un mejor diseño para los aquadores, con tal de que Aquaralia, su muy adorada acuática ciudad, contara con electricidad más limpia, pero menos calentante.

Sí, todos estaban conscientes de que su mundo acuático, estaba incrementando su temperatura, debido a tanta electricidad que la vida moderna exigía.

Climatus, luego de varios años de estudios, modelos y diseños en su laboratorio de Tecnologías Eléctricas Avanzadas, había logrado lo que, pensaba, sería el óptimo diseño de aquador, que generaría el triple de electricidad, con respecto a los que se tenían en funcionamiento, pero con apenas cinco por ciento del calor que generaban aquéllos.

De esa forma, el problema del calentamiento, se reduciría considerablemente, en un noventa y cinco por ciento. Era necesario, pues, de otra manera, todo peligraba, hasta la vida de ellos. La actual temperatura de veinticinco grados, debía de mantenerse como la máxima, no más.

Y el factor que más calor producían eran los aquadores.

Pero, con esto, pronosticaba Climatus que, no sólo no se rebasarían esos veinticinco grados, sino que en poco tiempo, la temperatura global disminuiría a veinte grados, la ideal, la que siempre había reinado en Aquaralia, por siglos y siglos.

Sí, mientras los antiguos aquaralianos vivieron de la luz natural que les proporcionaba una lejana estrella, dadas sus muy reducidas necesidades, limitadas a lo básico – comer microleitos, esos abundantes pequeños organismos, vivir entre las plantáceas, esas grandes algas moradas que les daban cobijo y nadar y nadar, como única diversión –, no tuvieron problemas.

Pero al irse volviendo más complejo todo, con el avance de la civilización y los conocimientos, surgió la necesidad de contar con electricidad. Y tener aquadores, hogares con todo lo necesario, electrodomésticos, aquautos – aunque él, prefería seguir nadando –, aquamarinos, para el transporte masivo… y así…

Sí, pensaba Climatus, eran las consecuencias de la civilización y las crecientes necesidades que ello acarreaba.

Aunque, a veces, Climatus se preguntaba si valía la pena civilizarse, a costa de poner en peligro al medio ambiente.

Pero, ahí estaba él, para poner sus conocimientos al servicio de la ciencia y la tecnología, con tal de que se arreglaran los problemas del calentamiento global.

Arribó, finalmente, a su casa. Con tantos pensamientos, ideas, reflexiones, hasta se le hizo muy corto lo que le tomó en llegar, desde su oficina a su hogar.

Su casa, un tubo de mediano lujo, construido de material calcáreo, como todas las edificaciones de Aquaralia, estaba en medio de un masivo fraccionamiento, de los que enganchaban para toda la vida a los compradores, como a Climatus, a pesar de que no ganaba tan mal.

Esperaba compartirlo muy pronto con Riplasta, su prometida, con la que contraería nupcias muy pronto, ese mismo saturaño.

Fue la que le marcó al telario en ese momento:

-Bueno – respondió Climatus.

-Hola – respondió Riplasta.

-¡Hola, Ri, estaba por marcarte!...

-Pues ya te marqué... ¿me llevarás a bailar? – dijo Riplasta, en tono de reclamación

-Ah… eh… sí, sí – respondió Climatus, no muy seguro.

-Me lo prometiste

-Claro, Ri, pero, fíjate que…

-Fíjate que nada… ¡me lo prometiste y, ahora, me cumples!

-Sí, sí, Ri, iremos… sí… ¿quedamos que al Salón Los Aquángeles, verdad?

-Mjm… ¿entonces, a qué hora pasas por mí?

-Ah… ah… ¿a las ocho, está bien?...

-Sí, pero dijiste que ibas a rentar un aquauto. ¡Ya ves que odio nadar!...

-Sí, Ri, no te preocupes…yo lo rento…

-Muy bien, amor… aquí te espero… besitos…

-Besitos…

Y Riplasta colgó.

¡Ay, no, no, no recordaba lo del baile!

Ni modo, tendría que esperar lo del diseño definitivo del aquador para el otro día, pues eran las seis y media.

Apenas le daría tiempo de bañarse, vestirse, ver lo de la renta del aquauto e ir por Riplasta.

Suspiró. “¿Y si le dijera que mejor vamos mañana?”, pensó.

No, no, descartado, ya sabía cómo era Riplasta de aferrada, que, de todos modos, la adoraba y la complacía en todo.

“Sí, va a tener que esperar el diseño definitivo del aquador”, pensó, mientras se dirigió al burbujeador, para darse un buen duchazo, que buena falta le hacía…

 

 

 

 

 

II

 

La sonda no tripulada Researcher, había estado surcando el espacio por más de cuatro años.

Por fin, ese 2040, estaba por arribar a Encélado.

Su misión, buscar si en ese satélite de Saturno, habría vida.

Perforaría la capa de permanente hielo que cubría el agua, la que, a su vez, cubría su superficie de ese pequeño satélite.

Ese aparato, estaba equipado con un potente barreno, que fácilmente abriría un agujero por el que se colaría. De allí, surcaría sus aguas, en busca de alguna señal de vida.

En la NASA, estaban muy emocionados, al igual que en la ESA, la Agencia Espacial Europea, pues la conjunta misión, había creado muchas expectativas.

Baldomero Aldrin, nieto de Edwin Aldrin, ese pionero de la exploración lunar – fue el primero en arribar a la Luna –, estaba muy feliz de que, por fin, el Researcher, se dispusiera a posarse sobre Encélado y que, enseguida, se preparara para perforar.

-Mission is going as planned – dijo por el altavoz a todos los demás, los que contestaron con un ¡Hurra!...

Por la cámara de la sonda, vieron cómo se colocó en posición vertical, con la punta, hacia abajo.

Luego, un barreno emergió y comenzó a girar, lentamente primero, hasta alcanzar mil revoluciones por minuto, que eran las que se requerían para iniciar la perforación de la gruesa capa de hielo que cubría el agua de Encélado.

Vieron cómo tanta fricción, comenzó a producir vapor, pues el calor resultante, derritió y evaporó rápidamente al hielo.

-Here we go, Researcher – exclamó Baldomero, emocionadísimo…

 

III

 

El análisis, mediante el sofisticado instrumental de precisión del Researcher, no mostró más que pocos restos óseos de seres microscópicos, muertos quizá mucho tiempo atrás.

Al parecer, un aumento súbito de la temperatura, habría ocasionado su aniquilación masiva.

Baldomero lamentó que no hubieran podido hallar vida viva.

En su reporte de la misión, escribió:

El Researcher, luego de minuciosos análisis con todo tipo de muy modernos instrumentos, como el vivímetro, no halló más que restos muertos de microscópica vida. De todos modos, seguirá explorando exhaustivamente, pues todavía tenemos la esperanza de hallar seres vivos en Encélado…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

IV

 

Justo cuando el Researcher, horas antes, habiendo perforado la gruesa capa de hielo, hizo contacto con el agua subterránea de Encélado, el calor que produjo esa perforación, se extendió rápidamente por todo el pequeño satélite, aumentando, repentinamente, la temperatura del agua…

Millones de aquaralianos que habitaron, hasta ese momento, Aquaralia, murieron, fulminantemente evaporados…

Las calcáreas construcciones, aquadores, enseres domésticos, tubos… se deshicieron…

Y sólo quedaron algunos esqueletos… los hallados por el Researcher, luego de la apocalíptica destrucción

A Riplasta y Climatus, el brutal aumento de la temperatura, de más de doscientos grados, de los de ellos, los tomó bailando el Danzón número 9, del maestro Damasus Pérez Prado, en la pista de baile del salón Los Aquángeles…

Mientras Climatus se evaporaba por el brutal incremento de la temperatura, lamentó no haberle dicho a su novia que, mejor, hubieran ido hasta el otro día a bailar.

Ese súbito calentamiento global, lo atribuyó a una falla masiva de los aquadores…

“Seguro me castigó Dios, por no haberme quedado a terminar el aquador”, pensó, mientras desaparecía, evaporado, junto con su prometida…

 

FIN

 

Huichapan, a 12 de julio de 2022

(De la colección: cuentos de una sentada

 

Por pospandemia)

 

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