El Catálogo de Pájaros de Olivier Messiaen
El Catálogo de Pájaros de Olivier Messiaen
En mi época de estudiante de música, Roberto Medina, maestro de historia de la música nos hizo escuchar el “Catálogue d’Oiseaux” de Olivier Messiaen. Los fragmentos que nos hizo escuchar fueron Le Loriot y Le Merle Bleu segunda y tercera parte del libro.
El Catálogo de Pájaros de Messiaen consta de siete libros con una, dos o tres partes en cada libro para totalizar trece partes; se trata del catálogo de setenta y siete pájaros, setenta y siete aves que aparecerán mezcladas en una narración que hace las veces de introducción o viñeta introductoria al principio de cada partitura. Se trata de una transcripción para piano del canto de los pájaros.
El maestro de Messiaen, Paul Dukas, fue quien le dijo: “Escuchad a los pájaros: son grandes maestros” y es a partir de 1951 que empieza a estudiar el canto de las aves.
Un ejercicio de admirar, analizar, anotar los cantos de los pájaros; una labor enorme que estará presente a lo largo de su dilatada obra.
Al leer su libro “Técnica de mi lenguaje musical”, encuentro que al referirse al canto de los pájaros (capítulo IX) dice encontrar “vano, y ridículo imitar servilmente a la naturaleza” Su labor será la de una transcripción, transformación, interpretación de los trinos y gorjeos de las aves.
Transcribir, transformar, interpretar la naturaleza de (“ses modéles ailés”), de sus modelos alados, a la escritura del piano. Convertir el trino de primavera, o el trino matinal en una melodía en el piano, en la imagen de esta ave en su entorno o como él dice: su hábitat, su ambiente.
Sin duda esta imitación o interés ornitológico no es nuevo. La imitación de aves es algo más o menos común. El Cou-cou, el ruiseñor, el gallo son temas frecuentes en la literatura musical. Pienso, valga la figura, “a vuelo de pájaro”, en “Le Cou-cou de Daquin o en “Le Rappel des Oiseaux” de Rameau.
Regresando a la primera audición de la obra; diré que recuerdo el énfasis de mi maestro al señalar la dificultad para el ejecutante, la dificultad para el que escucha. Decía que se requería una sofisticación intelectual para entenderla y disfrutarla.
Tal vez por eso quise tener los discos que presuponen una paciencia dilatada, tan dilatada como la duración de la obra completa.
Trataba de imaginar una infinita complicación, sobre todo porque las clases de música te hacen pensar en complicaciones, para que suenen como inaccesibles: Acentuación, articulación, fraseo, estructura armónica, variabilidad rítmica y melódica. Bueno puras quimeras.
En la poesía, en la literatura encontramos la permanente referencia a los pájaros. A su imagen de libertad y otras ideas memorables que definen la imagen de las Aves. En mi caso, una breve y repentina relación que tuve con un par de pájaros comunes, que nombre Carmelo y Conrado.
Una persona cercana rescató un polluelo al que ahora nombran sus hijos como pío-pío.
Octavio Paz escribió del Colibrí:
“Suspendido,
No en el aire,
En el instante”
Y a partir de entonces, tengo un extraño recipiente para alimentar la efímera parvada que detiene los instantes en mi casa.
Pienso en esa oculta, íntima relación que tenemos con las aves y su facilidad para flotar y alcanzar el cielo. Por significar lo “alado” como subrayaba o definía Neruda a la sonata de Cesar Franck.
Decía yo que no encontraba la obra y mucho menos información sobre algún intérprete. Digo ahora que tener el catálogo de cantos e historias de aves rebasa en mucho las elucubraciones teóricas de los músicos.
Digo ahora que el trabajo de Messiaen- dedicado a su segunda esposa Yvonne Loriod- ofrece la vasta experiencia de, como dice el propio Messiaen: “tener los cantos de los pájaros de las provincias de Francia”. Tener esa referencia de una historia de aves, como si fueran las fábulas de La Fontaine, como si fuera una mirada amplia al jardín del diario vivir.
Por Rubén Joelson
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