El Tubo. Cuento de Adán Salgado
EL TUBO
Por Adán Salgado Andrade
Estaban seguros que el día anterior, allí había una casa.
Los que miraban ese enorme Tubo, de metálica, muy pulida superficie, no daban crédito de lo que allí se erguía.
Levantaban su vista, para ver el final, pero nada podían distinguir, pues se perdía entre las nubes de ese nublado cielo.
Pronto, autos policiacos, terrestres y aéreos, comenzaron a llegar. Reporteros de todos los medios acudían, para informar del excepcional evento
Las aeropatrullas ascendieron hasta donde podían, pero comunicaban, por sus radios, que el Tubo quedaba lejos de su rango de ascenso, parecía no tener límite.
Llegó la alcaldesa de Ciudad Cósmica, para, personalmente, atestiguar qué era todo ese barullo sobre el Tubo.
Se improvisó un pódium, para que la alcaldesa, la señora Selena Wilson, pudiera dirigir sentidas palabras de apoyo al público, con tal de tranquilizarlos y prometerles prontas y eficaces investigaciones:
-… por supuesto, que ya he ordenado a mis mejores colaboradores e investigadores, que determinen qué… qué es este… este Tubo… y en cuanto tengamos resultados, se les será debidamente informado por la redes holográficas…
Lo que, hasta ese momento, habían averiguado los colaboradores de Wilson, era que allí, hasta antes de encontrarse con el enorme Tubo, había vivido un tal profesor Fedor Malsipuedes, físico desempleado, quien, según registros, había sido muy brillante en sus tiempos de estudiante. Trabajando como investigador en el Instituto de Investigaciones de Materialidad Cuántica, el INMACU, realizó excelsos descubrimientos, sobre cómo idear materiales constructivos cuánticos, diferentes a todo lo anteriormente descubierto. Sin embargo, por diferencias con sus jefes, en cuanto a que no lo querían ascender a Investigador A, para que ganara más, decidió renunciar. También renunció a dar clases de Materialidad Cuántica, en la Universidad Cosmoespacial de Marte, la cual, transmitía holográficamente todos los martes y jueves…
De allí, no se supo, ni se habló más de él, hasta que las dichas investigaciones establecieron que ese era… o había sido, su domicilio…
Sí, además de que debía todos los servicios de los últimos tres años: luz, agua, predial, red de temporalidad, ubicación cuántica, red de traslado hiperespacial… ¡mucho dinero!...
Y, justamente, los récords mostraban que en una semana más, los sistemas de detención automáticos, actuarían, debido a tanta deuda acumulada por todos esos años…
La alcaldesa, al saber eso, exclamó:
-Pues mejor que ni se aparezca ese tal Malsipuedes, pues le va a costar, literal, un ojo de la cara, pagar todo lo que debe…
En efecto, eso de la literalidad, era aplicable, pues si atrapaban a Malsipuedes, le extraerían un ojo, para conservarlo como material biológico clonable, pues desde que los humanos eran estériles, los nuevos especímenes eran reproducidos a través de la clonación, muy bien organizada, pues dependiendo de las características del sujeto o sujeta clonados, se asignaban tareas manuales o intelectuales a los humanos de laboratorio…
“Yo creo que Malsipuedes permitirá clonar buenos científicos, dado su currículum”, suspiró Wilson, mientras subía a su volador Jaguar y emprendía el vuelo a su residencia en el Ártico…
II
Malsipuedes veía todo el escándalo desde la comodidad de su sala, construida, como todo en el Tubo y hasta el mismo Tubo, con partículas geneticuánticas, reforzadas con materia obscura, de la que nadie sabía mucho… ¡excepto él, claro!... era la ventaja de no haberse quedado sólo con sus raquíticos doctorados en cuántica espacial, cuántica de la materia obscura, cuántica del hiperespacio…
No, él se había seguido preparando por su cuenta, habiendo investigado, incluso, hasta en la Dark Quantic Web, todo cuanto se supiera de cuanticmateriales, además de los cientos de miles de experimentos que llevó a cabo cuando trabajaba en el INMACU… se quedaba días y noches enteras, realizándolos…
No era como sus compañeros, quienes, dando las cinco de la tarde, se salían “como pedos” del edificio, para irse a descansar a sus “cómodas” casas…
No, él había preferido sacrificarse, pues sabía que algún día, toda la comodidad del mundo, podría tenerla, como en ese momento, en su hogar genecuántico, bastante agradable, acogedor, espléndido…
Estaba muy feliz, allí, pues disponía de todas las comodidades, como alberca, sauna, cocina de lujo integral, clima, gimnasio, sala de entretenimiento, salón de baile, jacuzzi, ciborgs femeninos sexuales, domésticos, cocineros, máquina temporal, máquina hiperespacial, … ¡absolutamente todo lo que su inicial diseño concibió!
Y, lo mejor, que si se le iban ocurriendo otras cosas “durante la marcha”, las iría incorporando…
Disponía, además, de FH (FaceHologram), hackeado genéticamente por él mismo. Y en ese momento, disfrutaba del, hasta morboso espectáculo, de ver a todo el planeta enviando expertos de distintas disciplinas, para tratar de averiguar que secretos yacían tras ese altísimo, inexpugnable Tubo…
Adiós deudas, adiós obligaciones, adiós puto mundo… allí, hasta sus alimentos podía obtenerlos cuánticamente… claro, con los debidos softwares, que sólo él había, debidamente, desarrollado…
Y era que, por más alto que volaran aeropatrullas y naves espaciales de vigilancia, el Tubo, adicionado de cuantialtura, no podría ser alcanzado jamás, si era aplicable utilizar la palabra alcanzable, pues dada la doble característica de las partículas cuánticas, de ser partículas y ondas, a la vez, la altura física, tal como la conocían los, inferiores a él, humanos, reflexionaba Malsipuedes, se perdía y era una cualidad inalcanzable, variable…
Eso, lo explicaba Malsipuedes en sus notas: “La cuantialtura, es una característica de los universos obscuros y cuánticos, que varía, no es estable, que puede estar, de repente, aquí, pero, en otro momento, allá… incluso, aparecer en otra dimensión, así que mientras las partículas genecuánticas estén obscurecidas, las cuantialtura será una característica inexpugnable, como si se quisiera acceder a otra dimensión”…
Veía Malsipuedes, por unos monitores espectrográficos, los intentos de cuanto objeto volador y de teletransportación, eran hechos, con tal de intervenir su Tubo… pero nada, inútil…
“Pobres imbéciles”, pensó…
Y, claro, planeaba sacarle “jugo” a su gran descubrimiento e invención.
“¡Quédense con sus pinches salarios de mierda!”, pensó, con gusto y coraje. Con lo que se disponía a hacer, se haría colosalmente rico…
Minutos más tarde, un anuncio en FH, subido por Malsipuedes, informaba que el misterioso Tubo era hecho de partículas genecuánticas, adicionadas de materia obscura y que “Si quieres estar en la punta de la construcción, para estar cómodo, por siempre, y no tener que pagar por nada, contáctame a Malsipuedes Inc…”…
Daba todos los datos y lo que costaría cada proyecto, dependiendo del modelo de Tubo, desde el básico, que sólo incluía el tubo y el hábitat austero, hasta el tubo de lujo, con todo el confort, muy bien descrito en su anuncio.
Los precios, iban desde un millón de telurones, hasta diez millones. “Y, recuerda, es una inexpugnable inversión”…
***
Y el éxito de Malsipuedes Inc. y su empresa constructora fue tal, que no se daba abasto Malsipuedes con tanto pedido. Consistente en una memoria cuántica, la que sólo debía depositarse en el sitio deseado, activar un código que sólo él podía desencriptar (a prueba total de hackers)… agregar la materia obscura, que venía con el paquete y… ¡listo, verían como se iba formando de la aparente nada el inmenso Tubo!...
Por pura conveniencia, lo seguía llamando Malsipuedes como, desde que publicó el anuncio, Tubo habitacional, o Tubo, en corto, porque el larguísimo nombre científico de su invención, era, además de impronunciable, impráctico…
Mejor llamarlo así, como desde el principio lo hicieron…
Y con tantos millones, ya, de telurones, muy convenientemente convertidos en cuantomonedas, y encriptadas en una oquedad cuántica-obscura, luego de varios meses de éxito, decidió tomar un descanso y viajar al lejano planeta XZQ, ubicado a mil millones de años luz, desplazándose por su máquina hiperespacial ¡gratuita!, a tomar unos baños de sol hidrogenado, como sólo podían darse pocos, como él, en ese caro, muy caro planeta…
III
¡Pero qué arrepentido estaba Malsipuedes de haberse ido de vacaciones al planeta XZQ!...
Esos putos hackers habían aprovechado la vulnerabilidad hiperespacial, que se abría cuando alguien era trasladado por ese vector hacia un lejano lugar…
Le costó muy caro haberse asoleado hidrogenadamente…
Le robaron todo lo de sus computadoras hipercuánticas, sus estudios, sus fórmulas sus procedimientos, ¡hasta sus cuantomonedas!…
¡Todo!...
Despojado científica y monetariamente…
“¡Hijos de su reputísima madre!”, no se cansaba de maldecirlos…
Y en semanas, su Tubo, casa tubular, como la comenzaron a llamar, se globalizó…
Ya, casi todo el mundo la tenía, bueno, los que pagaran ¡veinte millones de telurones!, sólo por el modelo básico, pues el totalmente equipado, como en el que vivía Malsipuedes, costaba ¡cien millones!…
“¡Pinches culeros, hasta más caras las están dando!”, hacía coraje entripado Malsipuedes, al ver que pudo darlas más caras y se le hubieran vendido…
¡Lo peor fue que ni el maldito crédito le dieron!
No, una empresa pirata, la Tubular Dark Quantic Design, le quitó toda su autoría y patentó y registró todo en su nombre
Y las crecientes, acaparadoras ventas, hicieron cósmicamente millonarios a sus socios…
¡En tanto, las ventas de Malsipuedes, acabaron en cero!...
¡Maldita la puta hora en que se había ido de vacaciones!...
Todo por confiado, y no haber conectado el Anti Hacker Supreme Software, que él mismo había hackeado y mejorado…
Lo peor, era que la alcaldesa de Ciudad Cósmica, tomó la práctica decisión de hacer las paces con los tuberos y cobrarles, por todos los servicios que el gobierno les cobraba, una “moderada” cuota anual de doscientos mil telurones, pues dijo que “si no puedes con el enemigo, únetele”…
IV
“Pinches malditos hackers”, lloraba Malsipuedes, una de esas tristes tardes…
Tanto trabajo para nada…
Muy bien, pero no se iban a salir con la suya, no…
Lo que no habían hackeado, para su fortuna, era una muy primitiva computadora análoga, de unos mil años de antigüedad, en la que había guardado, por si las dudas, el proceso de reversión de las partículas genecuánticas, lo que las regresaba a materia obscura y materia cuántica…
Lo malo era que todos los Tubos se irían a la chingada, se desintegrarían… ¡hasta el de él!...
Y a la cuantialtura en que todos sus inquilinos estaban, el putazo sería mortal…
“¡Pero a la chingada, todos a la chingada… a mí, de todos modos, esa pendeja alcaldesa no me va a sacar ni un puto telurón!”, reflexionó Malsipuedes, con coraje…
Desempolvó la vieja máquina, una Lenovo, insertó en sus salidas USB, antiguos adaptadores análogos a cuánticos que, por fortuna, conservaba, y se conectó a la red mundial holográfica…
Y su programa, actuó como un virus, que, en pocas horas, quitaría la cohesión de las partículas genecuánticas…
V
El daño producido por ese virus cuantigenético, fue mayúsculo, pues no sólo se deshicieron los cientos de miles de Tubos, que se habían erigido por todo el mundo, sino que los millones de vidas de humanos que, de repente, comenzaron a caer al vacío, al desaparecer esos tubos, de alturas inconmensurables, fueron irreparables…
Pero, adicionalmente, una pérdida, quizá mayor, consideró la alcaldesa Wilson, fueron los cientos de cuotas que Ciudad Cósmica dejaría de cobrar, cortesía de ese maldito virus.
“Esa pérdida de cuotas, señores – dijo, en una reunión de emergencia, que convocó entre sus colaboradores y subalternos, al día siguiente del colapso mundial de Tubos – es peor que cualquier pérdida de vida o material…”
FIN
Tenochtitlan, 2020
(De la colección, cuentos de una sentada, por pandemia)